sábado, 27 de mayo de 2017

No he cambiado, he crecido

Ya perdoné errores casi imperdonables. Trate de sustituir personas insustituibles, de olvidar personas inolvidables. Ya hice cosas por impulso. Ya me decepcioné con algunas personas, y también yo decepcioné a alguien 

Ya abracé para proteger. Ya me reí cuando no podía. Ya hice amigos eternos. Ya amé y fui amada pero también fui rechazada. Ya fui amada y no supe amar. 


Ya grité y salté de felicidad. Ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también los he roto y muchos. 

Ya lloré escuchando música y viendo fotos. Ya llamé sólo para escuchar una voz. Ya me enamoré por una sonrisa. Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia…

Tuve miedo de perder a alguien especial (y termine perdiéndolo) ¡¡pero sobreviví!! 

¡¡Y todavía vivo !! 

Yo ya no paso por la vida. Y tú tampoco deberías dejarla pasar… 

¡¡¡VIVE!!!

Bueno es ir a la lucha con determinación, abrazar la vida y vivir con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más que ser insignificante.

No he cambiado, he aprendido. Y aprender no es cambiar, es CRECER. Puede que cueste entenderlo pero he subido y he bajado ya muchas de mis montañas. He crecido con mis demonios y he hecho frente a mis sombras.

De verdad, a la vida le faltan manuales. Hay guías para casi todo, pero no para madurar. Eso se aprende caminando por la vida en medio de una multitud de mensajes de lo que tienes y no tienes que ser y de lo que tienes que lograr.

De lo que no nos damos cuenta es que la madurez emocional no es como la física. No es inevitable, hay que trabajarla.

El camino aprendido

Tristemente, solo una pequeña parte de nosotras llega a ese momento vital tan álgido en el que se puede decir “he sido una buena caminante y he hecho mi camino al andar”.

Madurar significa entender que ha llegado ese punto de la vida en el que comprendes que no puede haber un amor más poderoso que el amor propio.

Por eso es tan importante comprender que cuando aprendemos no cambiamos, CRECEMOS.

¿Qué es lo que hacen las personas emocionalmente maduras?

1. Dejan ir lo que no te hace bien

Albergar la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor asegura que suframos el dolor emocional en el presente. Nos impide soltar, dejar ir. Y nos sume en el pánico a un abismo que nuestros ojos se empeñan en ver demasiado profundo.

Así es que surge el vértigo. Pero no cualquier vértigo. El emocional. Ese que nos impide mirar al pasado para cerrar etapas, cicatrizar nuestras heridas y dejar de golpearnos donde nos duele.

2. No permiten que su pasado emocional arruine su presente

Las personas emocionalmente inmaduras piensan que mirar hacia el pasado es una pérdida de tiempo, que no necesitan limpiar su interior y que lo importante es vivir el presente.

Así, la suciedad de su pasado emocional se va acumulando y acumulando creando una montaña de dolor cada vez mayor.

Para hacernos una idea, es como si un alérgico metiese debajo de la alfombra todo el polvo de su casa pensando que así no le afectará.

Dejando de revisar tu interior no consigues escapar de él, sino permitir que las partes negativas de tu pasado emocional se hagan dueñas de tu vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a lo positivo y, además, duele. Duele mucho.

Por eso, cuando has aprendido suficiente del dolor, miras a tu interior para sanar tu pasado emocional y subes un escalón más.

3. Dejan de quejarse

O cambias o aceptas. Si eres una persona emocionalmente madura te das cuenta de que la queja te ha metido en más de un laberinto oscuro. Somos lo que pensamos, y eso las personas emocionalmente maduras lo han experimentado. Si actúas más y te quejas menos significa que estás creciendo emocionalmente.

4. Se permiten el lujo de cometer errores

Estás madurando si te has dado cuenta de que los errores son una buena forma de aprendizaje. Porque no es ningún delito, sino que es otra manera de comprender el camino.Aceptas tus limitaciones y trabajas para mejorarlas.

Los errores son, ahora, oportunidades de crecimiento.

5. Han aprendido a abrirse emocionalmente

Estás madurando si te das cuenta de que las corazas pertenecen al pasado y que solo dificultan tu viaje. Por eso, dejarás de temer al compromiso y al amor, confiando en ti y en los demás de manera plena.

La madurez emocional te permite tomar las riendas de su vida. Tener una visión propia del mundo y una gran ambición para el éxito. Al desarrollar la madurez emocional, la vida se convierte en un placer y no una tarea.

La madurez emocional no evoluciona mientras dormimos. Requiere esfuerzo, práctica y paciencia. La vida no te enseña nada, te lo dice todo. Tu felicidad y tu satisfacción están en tus manos.

El rincón de la mujer emprendedora

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