A todas se nos ocurren muchas ideas, pero las llegamos a
desarrollar o nos quedamos en la idea?..aprendamos en este artículo una forma
de cómo llevarlas a cabo
Aprende a darle valor a tus ideas
Al
navegar por internet o caminar por la calle, frecuentemente nos encontramos con
algún producto o servicio que alguna vez “se nos ocurrió”. Si te ha sucedido,
tal vez pensaste que su creador debería pagarte un porcentaje de sus ganancias,
porque la idea era tuya. Además, comienzas a barajar formas de cómo poder proteger
tus excelentes descubrimientos para la próxima oportunidad.
Si lo anterior te suena familiar, te tengo una mala noticia: las ideas son gratis, trabajarlas las valoriza.
A todos se nos ocurren muchas ideas durante el transcurso de nuestras vidas, porque es natural en el hombre y porque esa capacidad para adecuarnos a situaciones difíciles es parte de nuestra inteligencia. No obstante, para que éstas se materialicen, se debe trabajar arduamente. Esta dedicación no sólo la requiere un emprendimiento, sino también un intra-emprendimiento, una mejora productiva o cambiar un mueble en la casa. Para que se produzca, alguien tiene que hacerlo.
Por favor que no se mal interprete, no estoy hablando de que todas las ideas son buenas y que todas hay que llevarlas a cabo. En el CIET, por ejemplo, usamos la metodología Lean Canvas para trabajarlas, viendo así cuáles son viables y cuáles no, tratando de gastar la menor cantidad de recursos posibles (tiempo y capital) y yendo constantemente al mercado con el objetivo de tener validación y que no sea simplemente nuestra idea “campeona”.
Investigar el mercado, trabajar la idea, comentarla con diferentes personas, realizar un prototipo, mostrarlo y recibir toda la retroalimentación posible, iterar, hacer otro prototipo, mostrarlo nuevamente y recibir más feedback, luego quizás volver a pivotear, etc. Al estar frente a una persona que realizó algunas de las etapas anteriores, estamos frente a alguien que hizo que su idea ahora tenga un valor (quizás todavía pequeño), pero al menos algo de valor.
Validar e ir iterando es crucial para el emprendimiento. Todavía existe cierta reticencia a dar a conocer las ideas, por miedo a que las puedan copiar. Sin embargo, si tú haces lo anterior y alguien en el transcurso te intenta plagiar, ya vas a estar un par de entrevistas más adelante, un par de prototipos más avanzado, etc.
Valorizar en etapas tempranas
Teddy Rosenberg, ex directora del fondo de capital CIBC Capital Partners, planteó en marzo de 2009 que en etapas tempranas existen tres formas de valorizar las compañías incipientes. Hay que considerar que no todas estas técnicas de valorización son aplicables a cualquier emprendimiento, pero tratan de ayudar a contestar la pregunta: “¿Cuánto vale tu emprendimiento?”.
Una primera forma es “mirar el futuro” de dónde creemos que la compañía terminará y calcular, en base a eso, su valorización, además de estimar cuánto tiempo se demorará en llegar a ese punto y castigar el valor en consecuencia de lo mismo. Obviamente en este tipo de casos encontramos equipos con un alto nivel de experiencia previa en un rubro determinado.
La segunda manera es “compartir la carga”, que consiste en repartir el riesgo de una idea, entendiendo que se tiene un proyecto con un tremendo potencial, pero que para llevarlo a cabo se necesita de una inyección de capital. En esos casos es cuando el inversionista probablemente pida la mitad de la empresa, dado que casi actúa como cofundador.
Finalmente, la tercera forma que plantea Rosenberg es “tender puentes” que trata de generar lazos entre el emprendedor y el inversionista en esta primera etapa. Para este caso, por ejemplo, se puede realizar una inversión más pequeña al comienzo, pero con un descuento para el inversionista en la siguiente ronda de inversión. De esta manera, él ve valorizado su dinero y también obtiene un premio por su confianza.
De todas maneras, debemos recalcar que para llegar a esas conversaciones, se necesita trabajar en la idea. En ningún caso, vas a poder dedicarte a vender “aire”.
Si lo anterior te suena familiar, te tengo una mala noticia: las ideas son gratis, trabajarlas las valoriza.
A todos se nos ocurren muchas ideas durante el transcurso de nuestras vidas, porque es natural en el hombre y porque esa capacidad para adecuarnos a situaciones difíciles es parte de nuestra inteligencia. No obstante, para que éstas se materialicen, se debe trabajar arduamente. Esta dedicación no sólo la requiere un emprendimiento, sino también un intra-emprendimiento, una mejora productiva o cambiar un mueble en la casa. Para que se produzca, alguien tiene que hacerlo.
Por favor que no se mal interprete, no estoy hablando de que todas las ideas son buenas y que todas hay que llevarlas a cabo. En el CIET, por ejemplo, usamos la metodología Lean Canvas para trabajarlas, viendo así cuáles son viables y cuáles no, tratando de gastar la menor cantidad de recursos posibles (tiempo y capital) y yendo constantemente al mercado con el objetivo de tener validación y que no sea simplemente nuestra idea “campeona”.
Investigar el mercado, trabajar la idea, comentarla con diferentes personas, realizar un prototipo, mostrarlo y recibir toda la retroalimentación posible, iterar, hacer otro prototipo, mostrarlo nuevamente y recibir más feedback, luego quizás volver a pivotear, etc. Al estar frente a una persona que realizó algunas de las etapas anteriores, estamos frente a alguien que hizo que su idea ahora tenga un valor (quizás todavía pequeño), pero al menos algo de valor.
Validar e ir iterando es crucial para el emprendimiento. Todavía existe cierta reticencia a dar a conocer las ideas, por miedo a que las puedan copiar. Sin embargo, si tú haces lo anterior y alguien en el transcurso te intenta plagiar, ya vas a estar un par de entrevistas más adelante, un par de prototipos más avanzado, etc.
Valorizar en etapas tempranas
Teddy Rosenberg, ex directora del fondo de capital CIBC Capital Partners, planteó en marzo de 2009 que en etapas tempranas existen tres formas de valorizar las compañías incipientes. Hay que considerar que no todas estas técnicas de valorización son aplicables a cualquier emprendimiento, pero tratan de ayudar a contestar la pregunta: “¿Cuánto vale tu emprendimiento?”.
Una primera forma es “mirar el futuro” de dónde creemos que la compañía terminará y calcular, en base a eso, su valorización, además de estimar cuánto tiempo se demorará en llegar a ese punto y castigar el valor en consecuencia de lo mismo. Obviamente en este tipo de casos encontramos equipos con un alto nivel de experiencia previa en un rubro determinado.
La segunda manera es “compartir la carga”, que consiste en repartir el riesgo de una idea, entendiendo que se tiene un proyecto con un tremendo potencial, pero que para llevarlo a cabo se necesita de una inyección de capital. En esos casos es cuando el inversionista probablemente pida la mitad de la empresa, dado que casi actúa como cofundador.
Finalmente, la tercera forma que plantea Rosenberg es “tender puentes” que trata de generar lazos entre el emprendedor y el inversionista en esta primera etapa. Para este caso, por ejemplo, se puede realizar una inversión más pequeña al comienzo, pero con un descuento para el inversionista en la siguiente ronda de inversión. De esta manera, él ve valorizado su dinero y también obtiene un premio por su confianza.
De todas maneras, debemos recalcar que para llegar a esas conversaciones, se necesita trabajar en la idea. En ningún caso, vas a poder dedicarte a vender “aire”.
¡Ánimo
tú puedes hacerlo!
Fuente:
Terra
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