lunes, 31 de agosto de 2015

¿Vives enterrada?

Desenterrarnos

"Le preguntaron a Lao Tse: “¿Que necesita usted para ser feliz?” Respondió: “No necesito nada: mi mayor felicidad es estar vivo”.


Hay personas que sólo antes de morir aprenden que pasaron la mitad de su vida enterrados. Gente tan preocupada de sí misma, que conoce el lugar exacto de todos sus lunares, manchas, verrugas; el tiempo, segundos que discurren entre la sístole y diástole de su corazón; el material de tacón de sus zapatos… Pero que ignoran los gritos SOS que pronuncian a diario las personas que comparten con él/ella su vida. Gente defensiva, atrincherada, que salta como un tigre y que no sabe abrazar.

Gente que en vez de árboles de Navidad, ve fusiles de asalto iluminados. Afirman algunos psicoanalistas, sin certeza científica, que el ser humano piensa cuatro con ochenta y cuatro veces al día en cuestiones relativas a la felicidad. No se computa sin embargo, el dolor, el desespero, la desolación, y demás estructuras sentimentales que ocupan la tristeza.

"Conozco miles de personas que viven intensamente sobrepasando con mucho las cuatro con ochenta y cuatro veces que dedican a vivir la felicidad del presente, y reclamando el exilio de la melancolía" 

Afortunadamente, merece la pena que este artículo nos permita reflexionar y abrir los ojos, para darnos cuenta de la FELICIDAD que puede aportarnos todo cuanto nos rodea. Nacemos ingenuos y felices, pero dejamos de serlo a medida que buscamos la felicidad en objetos materiales.

Desde la ingenuidad, la gratitud y la humildad, seremos capaces de valorar lo esencial, lo simple, lo honesto: la amistad, la belleza natural de las pequeñas cosas, la evidencia de nuestros afectos, el valor de la vida, lo sagrado que reside en la piel de aquellos a quienes amamos… En definitiva… NO NOS EMPEÑEMOS EN SER DE PIEDRA, que lo esencial no sea invisible a los ojos… que nuestra felicidad no sea EFÍMERA, si no DESEADA E INTENSA.

El rincón de la mujer emprendedora

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