O por el contrario
¿Te has parado a pensar cómo tus emociones te desbordan intensamente sin
control alguno?¿Sabes qué emoción estás sintiendo ahora mismo? ¿Podrías ponerle
nombre? Nuestro cuerpo a través de la sensación nos va dando pistas de qué
emoción traemos, pero para cada persona una sensación puede estar relacionada
con una emoción diferente. Poder prestar atención a nuestras emociones, en el
momento, nos ayuda a comprendernos mejor, a ponerles nombre y también a poder
regularlas posteriormente. O más bien, dejar que fluyan, para que se
autorregulen.
La
represión aprendida de nuestras emociones
Culturalmente nos hemos educado a guiarnos “racionalmente”, bajo el lema “pienso, luego existo”, restando importancia a las emociones. A nivel social, las emociones han sido etiquetadas y estigmatizadas como positivas (alegría, sorpresa, curiosidad) o negativas (dolor, rabia, miedo, tristeza). Durante muchos años hemos estado bajo esa mirada, y bajo este paradigma. Las emociones, eran algo tabú, y había que reprimirlas, negarlas, camuflarlas o calmarlas como fuera, para que no se notasen. Expresiones tales como: No llores, sé fuerte, no tengas miedo, ¿te suenan? A mí mucho.
Pero
años después se ha demostrado que las emociones no son buenas ni malas,
simplemente son, tal cual, expresiones neutrales de cada uno de nosotros, que
ponen en evidencia inevitablemente una necesidad concreta de ser humano.
Evolutivamente,nos
han permitido sobrevivir cómo especie. Se expresan a través del cuerpo, de los gestos, de la expresión de la cara, así como de nuestros
pensamientos. Las emociones son reacciones instintivas para actuar, ante
situaciones y circunstancias diversas.
Las
emociones nos brindan la oportunidad para actuar de una forma diferente ante
una situación concreta, nos guían para saber cómo actuar dependiendo de qué
situación para facilitar la toma de conciencia de lo que nuestro cuerpo está
experimentando. Las emociones nos dan una referencia de lo que nos sucede en un
momento determinado, y la energía adecuada para actuar en cada situación.
Cada
una de las emociones son señales que nos ayudan a prepararnos para responder a
diferentes situaciones de nuestra vida. Así por ejemplo a través de la rabia
podemos saber que alguien ha traspasado nuestros límites, el dolor nos indica
que ha aparecido pena o una herida profunda, el miedo nos comunica nuestra
necesidad de seguridad, el placer nos ayuda a darnos cuenta de que nuestras
necesidades están satisfechas en ese momento, la tristeza nos pone de
manifiesto lo perdido, la frustración nos expresa que tenemos necesidades no
atendidas, la confusión nos expresa que estamos procesando información
contradictoria para nosotros mismos. Cada emoción tiene su propio mensaje e
intensidad, y nos ayuda hacia el autoconocimiento.
Las
consecuencias de reprimir nuestras emociones
Existen toda una serie de emociones que muchos consideran negativas o incómodas, como la tristeza el miedo, la rabia, etc., que a veces tendemos a tratar de reprimir, negándolas, ignorándolas y si es posible, tratando de no sentirlas.
Pagamos
un precio muy alto si reprimimos nuestras emociones, ya que éstas no
desaparecen sino que se quedan dentro de nosotros a nivel inconsciente, a punto
de surgir con fuerza, ante cualquier oportunidad disponible. Para reprimir
nuestras emociones, necesitamos una cantidad de energía muy grande, porque
lleva mucho más desgaste físico, mental y emocional, el suprimirlas, que el
sentirlas. Aunque deliberadamente queramos reprimirlas, no va a ser posible, ya
que encontrarán su camino de otra forma ( rigidez en el cuerpo, insomnio,
control, contracturas etc.) debido a que cuando reprimimos las emociones, en
vez de proyectarlas hacia fuera, las estamos proyectando hacia dentro, y la
energía pues se queda en nuestros músculos y en nuestro cuerpo.
Reprimir
nuestras emociones provoca en nuestro cuerpo, dolores y molestias de todo tipo,
además de enfermedades físicas y mucho estrés. Hay que pensar que la energía,
no se destruye sino que se transforma. Entonces, si evitamos expresar la
emoción ( que es energía pura) se puede transformar incluso en enfermedades de
todo tipo.
El
control de las emociones, una falsa gestión
Una de las estrategias más comunes que utilizamos para intentar gestionar nuestras emociones más incómodas, es el control. Se cree que si controlamos nuestras emociones estas desaparecerán milagrosamente, pero no es así. En realidad, si tratamos de controlar el miedo, nerviosismo, impotencia, rabia, lo único que ocurre, es que la emoción se intensifica mucho. Entendemos controlar por intentar desconectarlas, racionalizarlas, reprimirlas, y negarlas. El hecho de controlar nuestras emociones, de esa forma solo hace que dejemos de estar en contacto con nosotros mismos.
Cuanto
más fuerte es la represión, más explosiva y potente será la emoción liberada.
Es decir, que la respuesta será desmesurada. Las emociones que quedan atrapadas
buscan una salida . Esto forma parte de la naturaleza de las emociones, porque deben
sentirse y expresarse. Si nos negamos a dejar que salgan a la luz, las
emociones se esforzaran por lograrlo. Las emociones que mantenemos reprimidas
terminan por escaparse de la mente inconsciente.
Estrategias
para expresar y gestionar nuestras emociones
Una de las claves para gestionar de forma eficaz las emociones, es que en vez de negarlas y reprimirlas permitamos que fluyan, esto no quiere decir que si estás enfadado con tu amigo, le hagas daño, ni transgredas sus limites. Fluir quiere decir, que atiendas a esa emoción, que le hagas caso, porque seguramente te está dando un mensaje. Ser consciente de nuestras emociones, ponerles nombre y atenderlas adecuadamente.
Sería
una buena fórmula para empezar:
1.
Reconocer la sensación corporal que tenemos en el cuerpo
2.
Dejarnos sentir esa sensación (por ejemplo, un nudo en la garganta).
3.
Una vez identificamos la sensación, buscar que emoción hay detrás de la
sensación.
4.
Si sabemos el nombre de la emoción perfecto, nos la permitimos sentir, sin juzgarla
ni censurarla.
5.
Si no sabemos el nombre de la emoción tampoco pasa nada, nos permitimos sentir,
la emoción igual..
6.
Vemos que por muy incómoda que sea la podemos gestionar.
7.
Importante no engancharnos en la emoción y dejar que pase para que no se nos
cargue en nuestra mochila emocional.
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