Al igual que en ocasiones, la cuenta del banco puede quedarse en números rojos, la hucha emocional de una persona se queda completamente vacía desde la falta de motivación y de reconocimiento que arrastra día a día en la oficina. La motivación se hace todavía más urgente en la crisis por el miedo al despido con el que conviven la mayoría de los trabajadores. Y también, porque como consecuencia de este temor al despido, existen trabajadores que ocultan algunos síntomas depresivos.
Las emociones agradables
Las emociones agradables complementan el sueldo que recibe una persona. En realidad, no existe premio mayor que el que tiene una persona cuando está contenta con lo que hace. Y va satisfecha cada día a la oficina. Lo cierto es que aunque este reto es posible, no se puede delegar únicamente en manos del jefe la responsabilidad por tener una motivación externa puesto que también es indispensable que cada uno aprenda a motivarse a sí mismo.
Por tanto, las emociones surgen de uno mismo, de la lectura que cada uno hace de los hechos. Por ello, intenta sacar lo bueno que te aporta tu empleo. Deja de lado el exceso de exigencia porque no existe el trabajo ideal al cien por cien, lo importante es que a ti te compense aquello que haces.
El sueldo emocional
Para alimentar tu sueldo emocional, intenta aceptar las cosas tal y como son, para no frustrarte por lo negativo. En cambio, haz algo por mejorar aquello que sí depende tu voluntad.
Las empresas que asumen que los trabajadores que son felices y se sienten valorados por los jefes trabajan mucho mejor y rinden más, entonces, han descubierto la verdadera fórmula de la motivación cuya sabiduría interna implica comprender las necesidades afectivas de un ser humano.
El rincón de la mujer emprendedora
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