lunes, 3 de julio de 2017

El secreto del deseo en una relación

El deseo muchas veces es opuesto al amor. El deseo se vive como prohibido, y eso lo vivimos como erótico, en muchas ocasiones. ¿Cómo se vive el deseo y cómo se vive el amor? ¿Son opuestos?¿O se complementan? Esther Perel una psicóloga belga especialista en sexualidad explica en la charla de Ted Talks que cuando entra el romanticismo en la pareja parece haber una crisis del deseo. Es la primera vez en la humanidad que queremos experimentar la sexualidad a largo plazo, no solo porque queremos reproducirnos si no, porque queremos experimentar placer.
El sexo más allá de lo biológico....


Todos los animales tienen sexo, pero los humanos somos los únicos que tenemos vida erótica. Lo que significa que podemos utilizar la imaginación humana. Somos los únicos que pueden hacer el amor durante horas, tener orgasmos múltiples sin ni siquiera hacerlo, solo imaginándolo. Queremos experimentar la sexualidad a largo plazo, ¿es eso compatible con el deseo?

¿Qué sostiene el deseo y porqué es tan difícil mantenerlo? 

Con la intención de sostener el deseo existe el anhelo de reconciliar dos necesidades humanas: por un lado la seguridad y por otro lado la pasión. En un opuesto tenemos la seguridad, el pertenecer, el hogar, en el otro,  tenemos la necesidad de aventura, de lo inesperado, de lo misterioso, y de la  sorpresa. Queremos juntar amor con pasión. Antes el matrimonio era una cuestión de acompañamiento y de formar una familia. Pero ahora además queremos que nuestra pareja, nos dé compañía, nos dé un sentimiento de pertenencia, sea nuestro mejor amigo y a la vez nos dé novedad, pasión y espontaneidad. Vivimos en continuos opuestos entre deseo y seguridad. En el deseo no hay cuidado, no hay necesidad. El cuidado es un potente antiafrodisíaco.


¿Cómo se relacionan el amor y el deseo? 

Crisis de deseo es igual a crisis de nuestra imaginación. Si hay un verbo que combina con amor es tener, y si hay un verbo que combina con deseo es querer. En el amor queremos tener, queremos cercanía, pero en el deseo no queremos volver a los lugares que ya hemos visitado. Queremos nuevos lugares, alguien al otro lado al que podamos visitar, de manera espontánea. 


La psicóloga Esther Perel pregunta a los grupos: ¿En qué momento encuentras más atractiva a tu pareja? Las respuestas se dividen en 3 grupos diferentes: El primer grupo responde que encuentra más atractiva a su pareja cuando entra en contacto con su habilidad, de imaginarse con su pareja. El segundo grupo responde que es más deseable cuando ve a su pareja radiante y segura. La mayoría de las respuestas tenían relación con el volver a imaginarse con esa persona, tenían relación con el poder imaginarse a esa persona de forma misteriosa. El misterio no es viajar a nuevos lugares sino verlo con nuevos ojos, y así cuando veo a mi pareja por su cuenta veo a esa persona y por momentos tengo un cambio de percepción y estoy abierta a los misterios que viven al lado mío. En el tercer grupo responde que encuentra más atractiva a la pareja cuando hay novedad. La novedad no se trata de nuevas posiciones, ni de un repertorio de técnicas. Novedad quiere decir, según Esther Perel preguntarse: ¿Qué partes tuyas vas a mostrar?


El sexo es un lenguaje no solo es un comportamiento. El sexo...¿Es un lugar que usas para expresarte? ¿Es un lugar para rendirte al placer? ¿Es un lugar para ser agresivo?


Para saber qué aspectos mantienen el deseo hemos de saber primero qué cosas nos apagan el deseo. La mayoría de respuestas tienen que ver con:  no me gusta mi cuerpo, no he tenido tiempo para mi, cuando siento que no tengo derecho a querer, cuando siento que no tengo derecho a recibir placer, cuando tengo baja autoestima, cuando las cosas no me salen bien....


¿Qué aspectos mantienen el deseo en una pareja?


1.  Entender que el deseo es una forma de estar vivos, conectar con la energía vital que todos tenemos.

2.  La paradoja entre amor y deseo es que aquellos aspectos del amor que nos agradan (protección, preocupación, responsabilidad) por otro lado sofocan el deseo.

3.  El deseo viene con una serie de ingredientes que no siempre favorecen el amor ( celos, poder, travesuras, dominación).

4.  La mente erótica no es políticamente correcta.

5.  El deseo viene con una cierta capacidad de egoísmo que nos sirve para conectar nuestro propio yo en presencia del otro

6.  El principio del deseo es la necesidad exploratoria, de curiosidad y de conocimiento. 

7.  Tener mucha intimidad sexual propia y en pareja.

8.  Entender que hay un espacio erótico que pertenecen a cada uno de ellos.

9.  La estimulación erótica no es algo que se haga en cinco minutos.

10.  Responsabilidad y deseo solo pelean.

11.  Las parejas eróticas también entienden que la pasión aumenta y disminuye, por lo que saben cuando resucitarla.

12.  El mito de la espontaneidad constante se cae. 

13.  Sexo comprometido= sexo intencionado, con voluntad, intencional.

14.  Sexo= presencia. 

El sexo no es algo que uno hace sino que es un lugar hacia dónde vas, dentro de ti mismo y con el otro.  
Adriana Reyes
Psicoterapeuta integradora


El rincón de la mujer emprendedora

martes, 27 de junio de 2017

Los 4 dones de las personas altamente sensibles

Cuando uno se ve en minoría frente a la gran mayoría, la primera sensación es sentir desventaja y miedo. ¿Por qué percibo las cosas de un modo diferente? ¿Por qué sufro más que el resto? ¿Por qué encuentro alivio en mi propia soledad? ¿Por qué observo y siento cosas que los demás suelen pasar por alto?

Ser parte de eso 20% de la población que se reconoce a sí misma como una persona altamente sensible no es una desventaja, ni te etiqueta como “diferente”. Es muy posible que a lo largo de tu vida, y en especial durante tu infancia, fueras muy consciente de esa distancia emocional, y de como en ocasiones, tenías la sensación de vivir en una especie de burbuja de extrañeza y soledad.
La alta sensibilidad es un don, una herramienta que te permite poder profundizar y empatizar más con las cosas. Pocas personas tienen la capacidad de llegar a este punto de aprendizaje vital.
Fue Elaine N. Aron quien a principios de los 90, ahondando en la personalidad introvertida, detalló con minuciosidad los rasgos de una nueva dimensión no descrita hasta entonces, y que reflejaba una realidad social: la de las personas altamente sensibles, reflexivas, empáticas y a la vez, reactivas emocionalmente.
Si es tu caso, si te sientes identificado/a con esos rasgos que la doctora Aron nos dejó en su libro “The Highly Sensitive Person”, es importante que te convenzas también de que la alta sensibilidad no es un motivo para sentirte extraño o diferente. Al contrario, debes sentirte afortunado por contar con estos 4 dones.

1. El don del conocimiento emocional

Ya desde la infancia, el niño con alta sensibilidad va a percibir aspectos en su día a día que le van a ofrecer una mezcla de angustia, contradicción y fascinante curiosidad. Sus ojos captaran aspectos que ni los adultos tienen en cuenta.
Esa mueca de frustración en sus maestros, la expresión de preocupación en su madre… Serán capaces de percibir cosas que otros niños no ven, y ello, les enseñará desde muy pequeños que la vida es a veces difícil y contradictoria. Verán el mundo con la mirada de niño que se abre tempranamente al mundo de las emociones sin saber aún que las guía, que las hace vibrar o qué afila el sufrimiento adulto.
El conocimiento de las emociones es una arma de callado poder. Nos acerca más a las personas para entenderlas, pero a su vez, también nos hace más vulnerables al dolor.
La sensibilidad es como una luz que resplandece, pero a su vez, nos hace más vulnerables al comportamiento de los demás, a las mentiras piadosas, a los desengaños, a las ironías… ¡Es que todo te lo coges a la tremenda! te dirán a menudo, ¡Es que eres muy sensible! te comentarán otros.
Y así es, pero eres lo que eres. Un don exige una alta responsabilidad, tu conocimiento sobre las emociones te exige también saber protegerte. Saber cuidarte.

2. El don de disfrutar de la soledad

Las personas altamente sensible encuentran cierto placer en sus instantes de soledad. Son rincones que buscan con anhelo para llevar a cabo sus tareas, sus aficiones. Son personas creativas que disfrutan de la música, de la lectura… Y aunque ello no quita de que disfruten también de la compañía de otros, es en soledad cuando más satisfacción encuentran.
Las personas altamente sensibles no temen a la soledad. Son esos instantes en que pueden conectar más íntimamente con ellos mismos, con sus pensamientos, libres de apegos, lazos y miradas ajenas.

3. El don de una existencia desde el corazón

La alta sensibilidad es vivir desde el corazón. Nadie vive más intensamente el amor, 

nadie se deleita más con los pequeños gestos cotidianos, con la amistad, con el cariño


A la hora de hablar de las personas altamente sensibles, se les asocia a menudo al sufrimiento. A su tendencia a las depresiones, a la tristeza, a sentirse vulnerables frente a los estímulos externos, frente al comportamiento de la gente. No obstante, hay algo que el resto no sabe: pocas emociones se viven con tanta intensidad como el amar y ser amado…
Y no hablamos solo de relaciones afectivas, la amistad, el cariño cotidiano, o el sencillo acto de experimentar la belleza de un cuadro, de un paisaje o de una melodía, es para la persona altamente sensible una vivencia intensa. Enraizada en el propio corazón.

4. El don del crecimiento interior

La alta sensibilidad no se cura. Uno viene al mundo con ello, con esa particularidad, con ese don que ya se puede ver claramente desde que un niño es bien pequeño. Sus preguntas, su intuición, su tendencia al perfeccionista, su umbral al dolor físico, sus molestias ante luces o olores fuertes, su vulnerabilidad emocional
No es fácil vivir con este don. No obstante, una vez uno reconoce lo que es y lo que nos puede aportar, llega el momento en que debemos aprender a gestionar muchos de esos detalles. No debes dejar que las emociones negativas te desborden en ciertos momentos.

Debes aprender también que los demás, van a otro ritmo, que no tienen tu umbral emocional. Que no vivirán ciertas cosas con tu misma intensidad, no obstante, ello no significa, por ejemplo, te quieran menos. Respétalos, entiéndelos. Entiéndete a ti.

Una vez hayas descubierto tu propio ser y tus facultades, encuentra tu equilibrio y fomenta tu crecimiento personal. Eres único y vives desde el corazón. Anda en paz, anda en seguridad, y sé feliz.

El rincón de la mujer emprendedora

No es lo que dices, sino cómo lo dices

En “El principito” se dice que “el lenguaje es fuente de mal entendimiento”. La frase es muy sabia, si tomamos en cuenta que no es nada fácil convertir nuestros pensamientos en palabras y expresarlas de tal modo que nuestro interlocutor las comprenda completamente. Lo que dices no tiene que ser entendido según como tú creas.


De hecho, nuestros mensajes nunca son comprendidos en un 100%. Si alguien dice, por ejemplo, “estoy enamorado”, se refiere a una realidad que difícilmente va a ser entendida por el otro totalmente. 

“Estoy enamorado” puede ser sinónimo de estar ilusionado, haber logrado un vínculo muy estrecho con la pareja, o sentirse simplemente muy atraído por otra persona. Tendríamos que conocer mucho a alguien para saber qué dice cuando dice “estoy enamorado"

Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.”

Así mismo, las palabras no son la única fuente de comunicación, pues son acompañadas por las actitudes, los gestos, las posturas. Se puede decir algo con la lengua y otra cosa totalmente opuesta con el tono, la mirada o la actitud en general. De ahí que aprender a comunicarnos sea un verdadero arte.

Lo que dices…

El mayor desafío de la comunicación se produce cuando hablamos de nuestro mundo interior. Especialmente de nuestros sentimientos, emociones o percepciones. Además de que no es fácil poner todo eso en palabras, resulta imposible desligarnos de los sentimientos, emociones y percepciones que podemos generar al decir algo. Para comunicar algo, siempre tomamos en cuenta la reacción que desatamos en quien nos escucha.

No nos comunicamos solamente para transmitir una información, sino que principalmente buscamos incidir de alguna manera en nuestros interlocutores. Queremos que nos crean, que nos admiren, que nos validen, que nos comprendan.

Pero a veces también buscamos que nos teman, nos obedezcan, nos permitan imponernos o que se sientan lastimados, heridos. A veces somos conscientes de esto y a veces no. Por extraño que parezca, en ocasiones nuestro propósito al comunicarnos es crear confusiones. No que nos entiendan, sino que dejen de entendernos.

¿Qué hay detrás de lo que dices?

Es precisamente la intención lo que define la esencia de cada mensaje. Se puede halagar a alguien para reconocer sus virtudes, pero también para adular a esa persona y hacerla más vulnerable a algún tipo de manipulación que queremos poner en marcha.

Esa intención, sin embargo, muchas veces no es clara ni siquiera para nosotros mismos. Pensamos que nuestro objetivo es “sacar a otro de su error”, pero no hemos considerado la posibilidad de que sea el otro quien tenga la razón.

Creemos que el propósito es desnudar nuestros sentimientos, pero ignoramos el hecho de que muy en el fondo lo que en realidad estamos buscando es compasión o reafirmación. Y si no las obtenernos, aseguramos que no comprendieron ni una letra de lo que dijimos.

Más allá de las palabras que dices

La comunicación humana es un proceso complejo, que siempre tiene algún grado de equívoco. No depende solamente de las palabras que empleamos para decir las cosas (aunque estas son muy importantes), sino de un sinnúmero de circunstancias.

Hay que tomar en cuenta el momento, el lugar, el interlocutor. Pero principalmente tiene que haber un gran esfuerzo para asegurarnos, hasta donde sea posible, de que decimos realmente lo que queremos decir. Los seres humanos estamos comunicando todo el tiempo. Con la expresión de nuestro rostro, la forma en que nos vestimos, en que caminamos, nuestra mirada y un largo etcétera.

De este modo, buena parte de nuestros mensajes se libran en el plano del inconsciente. Cuando decimos que alguien nos “da mala espina”, es porque nos ha comunicado con sus gestos y actitudes que aparentemente no es confiable. Igual al contrario. Eso que comunicamos en todo momento de nosotros mismos genera el precedente para vínculos constructivos, destructivos o neutrales.

Comunicarnos desde el afecto

Los vínculos cotidianos, con el señor que nos vende la leche por ejemplo, estarán impregnados de sensaciones y emociones a las que probablemente no les demos mucha importancia. Pero cuando se trata de los grandes vínculos en nuestra vida, el tema de la comunicación se vuelve relevante.

Los vínculos estrechos están llenos de elementos comunicativos. Las palabras, los silencios, las miradas, todo en realidad tiene algún significado.

Es entonces cuando resulta más importante que nunca generar mecanismos para que los mensajes fluyan de una manera sana. Para lograrlo es importante erradicar ciertas fórmulas de comunicación y alimentar otras.

Básicamente es necesario aprender a comunicarnos desde el afecto. Aludir a lo que sentimos, de la manera más clara posible y evitar la desastrosa costumbre de referirnos a lo que siente el otro. ¿Cómo es que tú sabes que siente otra persona, si, seguramente, no conoces del todo lo que sientes tú mismo?

La comunicación agresiva siempre deja huellas profundas. Los únicos acompañantes de la ira deben ser el silencio y la pausa. Si no es así, es muy probable que deformemos lo que realmente queríamos decir.

La buena comunicación exige serenidad y pertinencia. Buscar el momento, el lugar y el estado de ánimo adecuado para tratar temas difíciles. Dejar fluir espontáneamente nuestros afectos cuando estamos tranquilos y abiertos a los demás.

En realidad, lo que entorpece la comunicación no es lo que dices, sino la forma como lo dices. Y lo que enriquece un vínculo importante es tener la delicadeza de escoger las mejores formas para decirnos y decirles a otros lo que sentimos y pensamos.

El rincón de la mujer emprendedora

lunes, 26 de junio de 2017

A veces, necesitamos escuchar lo que significamos para alguien

A veces, necesitamos escuchar un “te quiero”, un “eres importante para mí” o un “gracias por ser como eres”. Saber lo que significamos para alguien no es ningún acto de debilidad. No buscamos sentirnos validados, lo que necesitamos únicamente es escuchar en voz alta lo que siente el corazón, vernos reconocidos y acariciados a través de las palabras, del tono y de una voz sincera.


Recuerda: el amor no es algo intangible ni intraducible, no es humo, no es un perfume, porque el verbo “amar” se declina con nuestros cinco sentidos y es así como nos sentimos nutridos, reconfortados. No tenemos porqué dar por sentados los afectos cuando creamos un vínculo, el “ya sabes lo que siento” no basta ni alimenta una relación, y el “si estoy contigo es por algo” puede suscitar, en ocasiones, más dudas que certezas cuando de verdad amamos a alguien.

“Una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos”

Casi nadie necesita escuchar una y otra vez lo que significa para los demás, pero tener a nuestro lado a personas que no hablan el lenguaje de las emociones, que se escabullen y que no perciben la necesidad del otro por ser reconocidos o apreciados a través de la palabra, suele agotar. Incluso, lo que es peor, crean y alimentan dudas, incertidumbres e insondables vacíos.

A menudo, la persona que padece la hambruna de la caricia emocional, expresada a través de la palabra, está obligada a ser una traductora de gestos. Ahí donde leer el cariño a través de las miradas, la preferencia a través de las acciones, y la sinceridad a través de esas conductas cotidianas de un ser amado alexitímico que ni percibe ni expresa. Algo así, puede resultar sin duda agotador…

La necesidad de escuchar y sentir que somos importantes para alguien

Sentir el amor, el cariño y el reconocimiento en cada átomo de nuestros sentidos, en cada vibración de nuestros latidos y en cada conexión de nuestras células cerebrales nos confiere equilibrio, bienestar, plenitud. El ser humano está programado genéticamente para conectar con sus semejantes, porque es así como garantizamos nuestra supervivencia, porque es de este modo como hemos logrado avanzar, evolucionar, crecer como especie.

“Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde”

Por tanto, nadie debe auto-percibirse como una persona débil o dependiente si echa en falta que su pareja o sus seres queridos le dediquen una palabra de afecto, un gesto de cariño traducido en una frase amable, en una expresión donde habite por igual la empatía y el cariño. Para nuestro cerebro es un acto muy significativo y de ahí, que necesitar un “gracias”, un “eres increíble” o “me encanta tenerte a mi lado” de vez en cuando sea algo no solo natural, sino lógico y necesario.

Por otro lado, no podemos descuidar algo esencial. No solo los adultos necesitamos escuchar lo que significamos para los demás. Los niños necesitan este tipo de gestos tanto como el alimento tanto como esas manos fuertes que los sujetan mientras aprenden caminar, más que esa ropa con la que se visten o ese juguete tan caro que nos piden a cada instante.

Los niños necesitan el refuerzo positivo de la palabra y la caricia emocional, de esa voz que los valida, que les confiere seguridad, que les inyecta confianza y amor del bueno, de ese que da alas y hace crecer las raíces.

La importancia del vínculo afectivo y la calidad del mismo, determinará muchas conductas futuras; así, todo niño que en esa infancia más temprana se críe en un entorno de frialdad emocional, de inseguridad o de negligencia parental, tiene muchas más probabilidades de desarrollar trastornos de conducta, y claras dificultades a la hora de hacer uso de un adecuado lenguaje emocional.

Háblame sin miedos, háblame desde el corazón

Los analfabetos emocionales abundan en exceso, y no nos referimos solo a quienes padecen ese trastorno afectivo-cognitivo de la comunicación llamado alexitimia. Es algo más complejo, algo más profundo y que tiene que ver sobre todo en cómo nos educan. Lo podemos ver en muchos de nuestros entornos más cotidianos, escuelas, trabajos, etc, ahí donde crecen en abundancia los “secuestradores emocionales” en lugar de los “facilitadores emocionales”.

El lenguaje es el vestido de los pensamientos.

Vemos niños que ejercen el bullying en las aulas o en las redes sociales, vemos directivos incapacitados para crear climas laborales más empáticos, respetuosos y creativos. Lo vemos en nuestro modo de comunicarnos, ahí donde llegar a pensar que al hacer uso de los emoticonos y de las caritas sonrientes ya construimos un lenguaje significativo y validante.

Sin embargo, no es así. Tal y como nos explican en el libro “Corazones Inteligentes” de Natalia Ramos y Pablo Fernandez, a nuestro mundo le falta cierta aplicación práctica de la Inteligencia Emocional. Porque las emociones no se viven en abstracto, no son algo difuso, la vida no es una película de David Lynch, ahí donde el lenguaje narrativo aunque fascinante y simbólico, carece en ocasiones de sentido. La vida necesita un sentido firme y el amor, certezas.

Por tanto, hagamos uso efectivo del lenguaje, permitamos que sea un instrumento que crea y valida. Ahí donde ser valientes, ahí donde permitir que nuestro corazón cuide y acaricie, donde conectar con los demás a través de palabras positivas, de frases que transmiten un afecto real

El rincón de la mujer emprendedora

miércoles, 21 de junio de 2017

La depresión detrás de la sonrisa

¿Cuántas personas crees que conoces que parecen felices pero luchan con pensamientos depresivos en el día a día? ¿Haces esto con frecuencia? Se suele creer que las personas deprimidas son incapaces de tener una vida como cualquiera. Quizá piensas que pasan la vida en la cama y que no pueden funcionar en el trabajo. La realidad es que ninguna de estas dos ideas es correcta.


No todos experimentan la depresión de la misma forma. En algunos casos es prácticamente imposible identificarlos si solo analizas la forma en la que viven. Podrías sorprenderte al descubrir que hay quienes sonríen, son altamente funcionales, bromistas y tienen una vida social de los más agradable.

La depresión sonriente

Muchos psicólogos coinciden en que los casos de depresión más sorprendentes son aquellos de la llamada “depresión sonriente”. No sería sorprendente si nunca has escuchado este término. Una forma de definirlo es como “la apariencia de felicidad hacia los demás cuando se viven los síntomas de la depresión de forma interna”.

Será difícil que identifiques si alguien cercano a ti padece este tipo de depresión. Quienes viven con ella han aprendido a ocultar sus emociones y demostrar solo lo que se espera de él o ella. Es muy común que no quieran aceptar su depresión o que no quieran tener que enfrentar sus síntomas porque temen que los demás los consideren débiles o raros.

La parte más importante de la depresión sonriente es la tristeza. La sonrisa es un mecanismo de defensa contra el exterior en un intento de ocultar sus verdaderos sentimientos. Puedes estar experimentando una profunda tristeza por una relación fallida, una profesión complicada, la falta de un propósito en tu vida o la soledad no deseada. La tristeza también puede manifestarse como una constante cuando sientes que “algo no está bien”.

¿Por qué es tan peligrosa la depresión sonriente?

La persona que vive con depresión sonriente puede sentirse ansioso, enojado, con miedos excesivos, cansado, irritable y sin esperanza. Puede que estos sentimientos no aparezcan todos juntos. Incluso, es probable que durante largos períodos no aparezca ningún síntoma de manera recurrente.

Imagina a la depresión sonriente como una máscara. Quienes sufren de depresión sonriente no dan ninguna señal de su problema al mundo exterior. A menudo mantienen un trabajo a tiempo completo, un hogar, participan en deportes y tienen una vida social muy activa. Con su máscara todo parece perfecto. Sin embargo, pueden sufrir ataques de pánico, baja autoestima, tristeza, insomnio y, en algunos casos, pensamientos suicidas. Esto último es justamente la parte más preocupante.

Por lo general quienes viven y aceptan que tienen depresión severa pueden tener pensamientos suicidas, pero no la energía para actuar. Sin embargo, aquellos que sufren de depresión sonriente tienen la capacidad energética para planificar y lograrlo. Suelen ser el caso típico de la persona que se suicidó y sorprendió porque nadie imaginaba que algo iba mal en su vida. Ésto es lo que hace que esta depresión sea el tipo más peligroso.

¿Cómo evitar las consecuencias negativas?

Si estás viviendo con este tipo de depresión recuerda que existen alternativas que te ayudarán. Éste es uno de los problemas de salud mental más tratables. Ya sea a través de consejería o psicoterapia, es posible salir adelante con éxito.

En caso de que sospeches que un familiar o ser querido vive con depresión sonriente, prepárate para que su primera reacción sea la negación. No es una falta de interés por su parte, sino que existen sentimientos negativos enmascarados, como el miedo o la inseguridad. Quizá la persona que lo sufre ni siquiera es consciente de que tiene este problema y la palabra “depresión” le puede sonar exagerada.

Además de la terapia, es importante buscar el apoyo en amigos y familia. Buscar un confidente puede ser el paso clave para analizar lo que sientes y lo que te preocupa. Esta persona no solo te escuchará, también te ayudará a ver las cosas con otra perspectiva. No pienses que serás una carga. A veces nos olvidamos que los que nos rodean nos quieren. Solo recuerda que la mayoría está dispuesto a apoyarte de la misma forma en que tú lo has hecho. Hablar de lo que sientes es vital para lidiar con pensamientos depresivos.

Mientras continúes negando o evitando el problema, te será imposible encontrar una solución real. Cuando los pensamientos depresivos no son combatidos, suelen crecer y empeorar.

El rincón de la mujer emprendedora

martes, 20 de junio de 2017

Hábitos de la gente irresistible

La gente irresistible es esa que, independientemente de cuestiones estéticas, como la belleza o el estilo, consigue encandilar a los demás. Este tipo geste es capaz de lograr grandes cosas debido a su actitud, carisma o incluso algo tan sencillo como su bondad. En una persona que resulta irresistible su sonrisa transmite confianza, compasión y alegría.


El doctor Travis Bradberry, autor de Inteligencia Emocional 2.0, ha investigado y estudiado la conexión emocional de las personas y ha reconocido que existen características básicas que hacen que algunas personas sean más amables y carismáticas que otras.

Bradberry explica que cuando las personas influyentes hablan, las conversaciones se extienden como ondas en un estanque. Y esas ondas son multidireccionales. Las personas influyentes inspiran a todos a su alrededor para explorar nuevas ideas y pensar de manera diferente acerca de su trabajo.

Qué hace la gente irresistible de manera diferente

Las personas que tienen un gran poder de influencia son conscientes de cómo tratan a los demás. Piensan que pocas cosas matan la simpatía tan rápido como la arrogancia. Las personas irresistibles no actúan como si fueran mejores que los demás. En realidad creen que tienen la capacidad de tener éxito, así como la capacidad de crear la vida que desean.

Pero, ¿cuál es el secreto para ser una persona irresistible? Hay cosas que la gente irresistible hace de manera diferente. Son las siguientes:

1 – Tratan a los demás con dignidad y respeto. Las personas irresistibles no intimidan a los demás, sino que son capaces de tratar a todo el mundo con el mismo respeto. Para estas personas no existen clases ni categorías sociales en este sentido.


2 – No critican ni chismorrean. Una persona carismática no tiene necesidad de utilizar chismes y críticas para motivar a otros, sino que les baste sacar lo mejor de sí mismos , y permitir a otros brillar, es decir, son generosos permitiendo que todos puedan mostrar su valor.

3 – Tratan a los otros como esperan ser tratados. Mucha gente cree que la gente influyente sigue la norma de tratar a los demás como uno desea ser tratado. Pero, tal y como explica el doctor Bradberry, esa regla es errónea porque asume que todo el mundo quiere ser tratado de la misma manera. En realidad, las personas tienen diferentes deseos y metas. La persona irresistible se amolda en cierta medida a las características particulares de la persona con la que trata.

4 – Tienes límites saludables. Las personas irresistibles no tratan de complacer a todos todo el tiempo, sino que son conscientes de que hay un tiempo y lugar para todo. Tienen formas saludables de ayudar y de dar a los demás sin descuidarse a sí mismos. Esa capacidad para poner límites es un gran ejemplo de amor hacia sí mismos y hacia los demás.

5 – Son auténticos e íntegros. Las personas irresistibles no pretenden ser alguien que no son y confían plenamente en sus cualidades. Conocen su valor y nunca permiten que otros dicten cómo deben verse a sí mismos. Saben lo que importa y eso es lo que transmiten a los demás. La integridad es una de las mejores características que enseñan otros.

6 – Sonríen siempre y a todos. Esta capacidad de sonreír siempre y a todos es los que hace más atractiva y poderosa a la gente irresistible. Con su energía generan la sonrisa y la risa en los demás. Estas personas saben que una sonrisa es más atractiva que cualquier otra cosa y que tiene la capacidad de romper la negatividad.


7 – Son compasivos y muestran empatía. La gente irresistible es empática con los demás y muestra compasión con los animales, la naturaleza y las personas. Pero para ellos no se trata solo de mostrar bondad a los que quieren, sino también de salir de la zona de confort en favor de la relación.

8 – Aman la vida y se unen a la gente. Este tipo de personas también sufren y se enfrentan a retos y desafíos, pero saben que la vida no tiene precio y es la única cosa que es real, que la tenemos para correr riesgos y ayudar a otros. Es más, aman a la gente y les encanta estar con otros.

Por eso aprecian cada momento y cuando se encuentran con alguien nuevo hacen que esa persona se sienta como si fuera lo más increíble en su día. Además, son grandes “conectores humanos”, siendo especialmente hábiles acercando a personas afines.

9 – Saben que hay que trabajar duro para salir adelante. La persona irresistible siempre puede llevar una sonrisa, pero sabe que nada viene sin trabajo duro, lucha y esfuerzo. Trabajan duro para tener éxito y muestran una sed innegable para el cumplimiento de sus deseos. Tienen éxito porque no se dan por vencidos.

10 – Escuchan. El doctor Bradberry dice que a las personas les gusta saber que se las está escuchando y algo tan simple como una pregunta de aclaración demuestra no solo que se está escuchando, sino que también se preocupan por lo que están diciendo. Es sorprendente el respeto y aprecio que se puede ganar simplemente haciendo buenas preguntas. La persona irresistible tiene esta capacidad para hacer sentir a otro entendido, reconocido y amado.

11 – Tienen una actitud positiva. A pesar de todos los desafíos a los que se enfrentan, estas personas siguen teniendo una actitud positiva. Ellos no se alimentan de la negatividad ni se entretienen en victimismos, sino que evitan las confrontaciones y siempre buscan una respuesta optimista para hacer frente a las adversidades.


Conviértete en una persona irresistible

Las personas irresistibles son individuos que han viajado por todo tipo de montañas rusas emocionales y que se han enfrentado a todo tipo de obstáculos de transición. En su viaje han aprendido ha ser humildes y que no están solos en este mundo.

¿Quieres ser tú también una persona irresistible? Mira con esa humildad a los que te rodean, sin sentirte mejor que los demás por haber superado retos y adversidades o por ser más inteligente o más “leído”. Solo así podrás conectar con los demás y descubrir el tesoro que guardan en su interior. ¿No es realmente hermosa esta sensación cuando sucede?.

El rincón de la mujer emprendedora