martes, 13 de junio de 2017

Es tan simple ser feliz y tan difícil ser simple…

A veces nos conformamos con aquello que no nos hace feliz: por costumbre, por indecisión, por miedo. El corazón se oxida y la mente queda cautiva de las alambradas de la zona de confort. Se nos olvida, quizá, que ser feliz puede ser muy fácil, lo complicado es saber dilucidar qué es lo importante, lo más nutritivo y mágico para nosotros y entonces luchar por ello.



Tal y como suele decir esa expresión popular:“es tan sencillo ser feliz pero tan difícil ser sencillo…” Pocas frases pueden encerrar una verdad tan evidente. Para entenderlo, pensemos en algo durante un momento. A la mayoría nos han educado en la idea de que debemos conseguir determinadas cosas para definirnos, para alcanzar un estatus, para poder tener unas cualidades y unas habilidades adecuadas para un fin.

“La felicidad no reside en las posesiones, ni en el oro, la felicidad habita en el alma”

Estudiamos y obtenemos títulos para tener un trabajo. Tenemos un trabajo para alcanzar un supuesto bienestar y conseguimos una serie de recursos, materiales, bienes y establecemos una serie de relaciones sociales y afectivas que, supuestamente deberían colmarnos de felicidad. Sin embargo, esta fórmula no siempre es correcta, los factores no armonizan con el producto.

¿Es quizá la felicidad un fraude? En absoluto. El engaño auténtico es el modo en que nos han hecho creer que podemos alcanzarla. Porque quien se empeñe en buscar ese estado de gracia fracasará una y otra vez. La búsqueda de la felicidad nunca termina bien por una razón muy sencilla: es un estado del ser. No se busca, se crea, no se encuentra, se trabaja. Y aún más, hay algo que no podemos descuidar: no a todo el mundo le sirven las mismas estrategias. Cada uno de nosotros debemos llevar a cabo esa labor a nuestra manera.

El rincón de la mujer emprendedora

No hay comentarios:

Publicar un comentario