No hay algo más molesto que
tener una compañera, o una jefa, que no sabe controlar sus emociones y explota
por cualquier cosa que sale de su control; dándose a conocer como una mujer
voluble.
¿Te suena conocido el caso? Es muy común y prácticamente se ha asociado ese
comportamiento-reacción con las mujeres. ¿O no has oído decir que las mujeres
son viscerales y los hombres racionales? Bueno, pues con cada respuesta
histérica, explosiva o de llanto no hacemos más que confirmar la hipótesis.
Tenemos que trabajar para aprender a controlarnos. Saber mantener la calma y la
templanza aunque nos lleven la contraria; aunque nos miren con envidia, coraje
o lástima; aunque nos levanten la voz o nos ofendan. Templanza siempre, porque
con ella podremos tomar decisiones conscientes y acertadas. A los hombres les
conmueve ver llorar a las mujeres y les gusta sentir la necesidad de
protegerlas. Pero cuando se trata de resolver un problema de área, o cumplir un
pendiente laboral con eficacia y eficiencia, prefieren a las mujeres que saben
lo que tienen que hacer y no pierden el control por nimiedades.
¿Te has sorprendido a ti misma gritando a compañeros, jefes, colegas, subordinados, porque te han hecho enojar o no tienes más argumentos para convencer y mejor quieres imponerte a gritos? ¿Crees que pelear y gritar es muestra de poder y carácter? Cuidado. Quizá te funcione un par de veces. Después se te volverá en contra. No te pierdas la siguiente entrega, en la que encontrarás cómo aprender ese control sobre ti misma.
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