domingo, 28 de junio de 2015

Ya no le tengo miedo a nada

Una niña temerosa se asomaba por lar rejas de una ventana… veía al mundo pasar, sin atreverse a traspasar esas rejas… Pero la vida quiso que aprendiera y aunque durante mucho tiempo no quiso salir de su escondrijo, la vida se encargó de que el mundo llegara a ella tocando a su puerta.


Como era una niña educada siempre terminaba abriendo… temerosa, primero asomaba su cabeza y finalmente terminaba abriendo sus puertas a toda clase de criaturas: duendes, magos, hadas disfrazadas de brujas y brujas disfrazadas de hadas. A veces, quedaba hipnotizada por los juegos del mago, que al final terminaba desapareciendo, dejando a la niña sola y triste…

A veces, le sorprendía un hada llena de bonitas palabras que se convertían en dardos directos a su corazón, otras sentía miedo ante una extraña mujer que quizás no lo fuera tanto pero que a ella le asustaba…

Quizás porque ya habían tocado a su puerta las falsas hadas, los maravillosos magos que prometían convertir en oro todo lo que tocaban o los graciosos duendes que tan pronto estaban como no estaban… todo empezó a cambiar en su interior…

Poco a poco la niña empezó a distinguir a las hadas de las brujas, a los falsos magos de los que en realidad sí lo eran y aunque todavía en algunas ocasiones se equivocaba… un buen día se sintió profundamente feliz, con una felicidad que la desbordaba y es que…

Ya no le daba miedo nada, ya no contemplaba el mundo desde la ventana, porque ahora era ella la que tocaba a las puertas de otras niñas temerosas para enseñarles todo lo que ella había aprendido de todos aquellos huéspedes que durante tanto tiempo se habían presentado delante de su puerta.

Desde entonces siempre se decía a ella misma y repetía a otras niñas “Ya no le tengo miedo a nada”…

¿Cómo dejar de temer?

Si te sientes identificado con las palabras de este relato. Si sientes miedo a enfrentarte a la vida, a los demás, al resto del mundo, no te preocupes o te avergüences por tu temor.

Todos tememos a algo o a muchas cosas a la vez; pero la vida, la experiencia nos va enseñando poco a poco, nos va fortaleciendo y por mucho que trates de esconderte, la vida siempre llama a tu puerta.

Así es que no dudes en:

Vivir experiencias

La experiencia es la única que nos ayuda a crecer, a aprender de nuestros errores; no tengas miedo a equivocarte o a que los demás se equivoquen contigo. Todos nos erramos no una sino muchas veces.

Dejar de arrepentirte de lo que has hecho

En un momento dado lo pensaste así, por tu edad, por tus circunstancias, por tu personalidad y ya está. Suelta lastre, no cargues con los fallos. Una vez que has aprendido, lo único que hacen es limitarte.

Reflexionar sin martirizarte

Si sientes que alguien te ha hecho daño o que tú se lo has hecho a alguien, reflexiona sobre ello, perdónate o perdona a los demás y continúa el camino. No es bueno tener nuestro interior lleno de rencores que no nos conducen a nada.

Consultar a tus seres queridos y tomar la decisión final

Muchas veces nos encontramos perdidos, hay personas que además de querernos tienen esa habilidad para calmarnos con tan sólo dos palabras. Escúchalas y al final sé tú quien tome la decisión.

Nadie mejor que uno mismo para conocerse. Muchas veces tendrás dos caminos y uno sólo para elegir. Elige después de haberlo reflexionado; no te martirices con… ¿Y si hubiera elegido este otro camino? Lo hecho hecho está y en su día creíste que era la mejor elección.

El rincón de la mujer emprendedora

miércoles, 24 de junio de 2015

Lo que otras personas piensen de ti es su realidad, no la tuya

Lo que otras personas piensen de ti es su realidad, no la tuya. Ellos saben tu nombre, pero no tu historia, no han vivido en tu piel, ni han calzado tus zapatos. Lo único que los demás saben de ti es lo que tú les has contado o lo que han podido intuir, pero no conocen ni a tus ángeles ni a tus demonios.


Con frecuencia nos cuesta entendernos a nosotros mismos pero nos aventuramos valientes a descifrar el código del sentir ajeno. No se puede tener ningún tipo de certeza de lo que otros sienten. De la misma forma, no podemos saber lo que han vivido y lo que han aprendido o no.

Por lo tanto, no deberíamos darle importancia a lo que los demás dicen de nosotros, pues sus palabras obedecen a una realidad ilusoria que su mente ha creado con el afán de saberlo todo.

Las personas que critican

Hay personas que dan su opinión sobre ti, sobre tu vida y sobre tus decisiones aunque nadie se la haya pedido. Suelen ser opiniones malintencionadas o carentes de todo criterio cuyo único objetivo es hacer daño, menospreciar y disfrutar del pesar ajeno.

Generalmente, es gente con baja autoestima que no se acepta a sí misma, por lo que difícilmente puede aceptar a los demás. Estas personas ponen etiquetas que reflejan la realidad de cómo se sienten ellas mismas, proyectando así sus dificultades emocionales.

Somos los únicos que podemos recorrer nuestro camino

Vive tu vida de la forma que quieras, no de la que los demás quieren que vivas

Es probable que si nos pudiésemos meter en el cuerpo y la mente de los demás, no nos atreviésemos a juzgar. No obstante, valdría la pena el ofrecimiento para poder valorar nuestra valentía. Sería una verdadera prueba de fuego.

Fantasías aparte, debemos asumir como única la responsabilidad de valorarnos y dejar de condenarnos. Lo que los demás piensen de nosotros no nos pone un precio. Es decir, del mismo modo que no dejamos que nos digan qué ropas tenemos que ponernos o cómo debemos vestirnos, no tenemos que permitir que los demás elijan nuestro armario emocional.

Si vivimos conforme a lo que los demás piensen de nosotros, perderemos nuestro estilo y nuestra personalidad. Nos veremos obligados a colocarnos una máscara y nuestra imagen en el espejo solo reflejará nuestra inseguridad y la inexistencia de una autoestima saludable.

Curar nuestra parte dañada por la crítica

Las personas más infelices en este mundo son las personas que se preocupan demasiado por lo que piensen los demás.

Para sanar las heridas emocionales que nos causa la crítica, debemos de tener claro, en primer lugar, que somos personas únicas y excepcionales. Conforme a esto, debemos perderle el miedo a sentir y a pensar por nosotros mismos.

Son los demás los que están juzgando y criticando, no tú. La crítica no constructiva lleva consigo gran pobreza emocional en el mundo interno de quien la realiza. Por lo tanto, si la persona no se deja enriquecer, en estas ocasiones te conviene ser emocionalmente egoísta y “que cada palo aguante su vela”.

Así pues, despréndete de la negatividad y piensa que tu vida es mucho más fácil sin meterte en la vida de los demás. Te damos algunas claves para que te reclames a ti mismo:

1.- Como hemos comentado, la consecuencia directa de dar crédito a lo que los demás piensen y digan es que acabamos convirtiéndonos en alguien que no somos. Y, por supuesto, querer complacer a otros a costa de nuestra identidad no es para nada saludable.

2.- ¿Eres una buena madre? ¿Eres una persona con éxito? ¿Eres inteligente? ¿Realizas bien tu trabajo? ¿Les gustas a los demás? Date cuenta de toda la energía que pierdes preocupándote por estas cuestiones.

3.- De todas maneras, los demás piensan sobre nosotros mucho menos de lo que creemos. Es decir, solemos sentirnos el centro de las miradas del resto de la gente cuando, en realidad, puede que lo que hagamos no sea relevante para muchos de los de nuestro alrededor. Quítate ese miedo, es en gran parte producto de tu imaginación.

4.- Da igual lo que hagas y como lo hagas, siempre habrá alguien que lo malinterprete.Así que intenta vivir y actuar con naturalidad. Lo que tú haces porque lo sientes siempre será lo correcto. No solo no te podrás justificar, sino que te sentirás falso si no sintonizas contigo mismo.

No esperes que los demás comprendan tu viaje, especialmente si nunca han tenido que recorrer tu camino.

El rincón de la mujer emprendedora

martes, 23 de junio de 2015

Carta de una despedida: cosas que nunca te dije

No sé en qué momento comencé a perderte, ni tampoco cómo ha ido sucediendo… Lo único que siento es tu ausencia y este revuelo de sentimientos.

Quizás no es que te haya perdido, sino que mis sentimientos se han alejado por circunstancias que aun todavía estoy intentado llegar a comprender y a descifrar… pues ni yo misma entiendo como el calor se puede volver hiel en cuestión de momentos.


¿Sabes?, cuando pierdes a alguien o desconectas de una persona, se torna en tu interior un vacío inaguantable si consideras que, tan solo por el mero hecho de ser ella, es auténtica e incomparable. Eso me pasa contigo…

Me he quedado tantas cosas por hacer, tantas cosas sin decirte… Pero es que cuando te tengo delante se me hace un nudo en la garganta y mis palabras juegan a esconderse, pues te he fallado, no he podido continuar la promesa de unir mi vida con la tuya para que hagamos el viaje juntos.

Parece que mi parada se ha adelantado, en contra de lo que imaginábamos…

Lo cierto es que no me arrepiento de nada de lo que hemos hecho hasta ahora. De nada de lo hecho, ni de lo dicho, ni de lo sentido. Pues contigo he vivido momentos únicos, he sentido cosas extraordinarias y hemos hecho juntos cosas irrepetibles.

Nunca nadie me había amado de forma más sincera y bondadosa como tú. Nunca nadie me había enseñado que el amor, así como llega también se construye y que lo importante de la vida, es entregarte a aquello que haces, rendirte a la evidencia de los hechos y fluir con ellos… y que las oportunidades solo están cuando salimos a buscarlas…

Una vez más, me gustaría agradecerte tu compañía a mi lado, todo lo que me has enseñado y hemos aprendido y descubierto juntos.

Porque si de algo estoy segura, es que tú me has hecho mejor persona. Me refiero a quegracias a ti comencé a descubrirme y a contactar de otra manera conmigo. Y eso, tiene un valor incalculable.

Quizás nunca te lo dije…

Las cosas que nunca te dije son esas que ni siquiera yo puedo explicártelas con palabras. Las cosas de los sentimientos, las cosas del amor, el cariño y la nostalgia, esas que se sienten desde lo más adentro…

Te recuerdo y te digo todo aquello que quizás no te dije, pero que sabías y respetabas.

No ha habido día en el que no he agradecido el poder encontrarte en mi camino y conocerte. Porque aunque ya no seamos los mismos, eres la persona más importante que he conocido, la más sincera y auténtica… me lo decían tus ojos.

Tú y yo, recorrimos sendas secretas y otras muy transitadas, pero que hicimos nuestras con el caminar de nuestras emociones por ellas. Aprendimos que el amor más que un sentimiento puede llegar a ser algo inexplicable que se siente como una explosión interna que te lleva a descubrir la esencia de la persona que sabe mirarte a los ojos y hablarte con ellos a través del silencio.

Hablábamos el mismo lenguaje durante muchos días, hasta que yo comencé a no entenderlo… Por eso te digo, lo siento…

Pero también te digo que digo que sigas, que sigas siendo como eres, desde los pies a tus sentimientos. Y que ames con esa sencillez que te caracteriza, tan pura. Que yo estaré ahí, te lo prometo; de otra manera sí, desde la que me permitas tú y mis sentimientos; pero no pienso olvidarte. Formas parte de mí. De mi historia, de mi vida y de mi persona.

En mi hay un trocito de ti y supongo que en ti, otro poquito mío.

Quizás, no sigamos el camino juntos, pero ha sido todo tan sano y tan autentico, tan sincero y bondadoso, que sigues siendo alguien importante en mi vida. Mi punto de inflexión.

Y aunque esta sea una carta de despedida, yo no lo considero, porque no quiero hacerlo y porque creo que decirte adiós para mí es algo imposible. Seguirás ahí, aquí dentro y de otras muchas formas, porque cuando conoces a alguien y te deja entrar en su vida, a pesar de todo, es imposible borrar su rastro.

Cuanto amor me llevo, cuanto amor me has dado.

Cuanto amor envuelto dentro de esta carta…

El rincón de la mujer emprendedora

sábado, 20 de junio de 2015

Tengo muchas ganas de no pensarte

Me encuentro en esta taberna preguntándome cuánto sería capaz de pagar por el olvido. No me duelen prendas, incluso las vendería todas y me quedaría desnuda. No tiene que hacer más frío del que siento ahora y el constipado no me obligaría a descansar más que el dolor que guardo en el espacio que hay entre la copa y mis labios. Invisible y levitando.


Quema más que el alcohol puro y guarda la esperanza engañosa de las punzadas, como el goteo en la piedra. Me imagino dos mundos separados por un enorme precipicio. En uno estás tú y en el otro no lo estás y tengo la sensación de que no puedo vivir en ninguno de los dos.

No es la primera vez que me enamoro

“Te lo digo para que no me cuentes que esto se pasa. Ya lo sé. Conozco el camino gracias”

Así fue como le conocí, él estaba detrás de la barra y yo intentando encontrar el final para mi novela. Él se pensó que ahogaba penas y yo me puse en la piel del personaje que después he imitado. Palabra por palabra, letra por letra.

En ese personaje encerré todos mis miedos y las palabras que utilicé para caricaturizarlos, pero solamente sirvieron para que se escaparan por un sitio que desconozco. Ahora me encuentro en otro bar y con el corazón roto en mil pedazos, tan pequeños que me hacen invisible.

Soy como una verdad cruel, alguien a quien presentarías la última después de haber descartado todas las ideas que se te han ocurrido para no tener que hacerlo. Para no tener que llegar a ese momento en el que todo estalla por los aires y te das cuenta de que no hay vuelta atrás.

Aunque no conoces todos los pegamentos del mundo, alcanzas la certeza de que no existe ninguno que pueda arreglar el golpe de la última caída. Seco, sordo, incluso desde fuera inocente. Es entonces cuando el amor pasa a convertirse en una burbuja que no puedes tocar ni tampoco dejar de mirar hasta que termina de explotar en el peor de los silencios.

Mientras, intentas encontrar una manera de contarle a todos que la persona a la que hasta ayer hubieras defendido a muerte hoy ya no es la misma, y ya no puedes hacerlo porque no es el papel que te corresponde. Es así, la realidad poco a poco se va imponiendo, llega como las olas a la playa y entre crecida y crecida están las noches para pensar.

Sin mirar el reloj, de pronto tengo la sensación de que es ya muy tarde y de que el camarero que ha empezado a recoger las últimas mesas no va a ser la inspiración para mi próxima vida.

Sin embargo, me invade una pereza horrible. Caminar hasta casa mirando de reojo a mi espalda, abrir el portal, quitarme la ropa y calentar las sábanas frías impone una cotidianidad en mi mundo que me abruma.

Pago con las vueltas de todo el día y salgo a la calle. Está helada y resbalar es fácil. Veo un león dibujado en un cartel iluminado y me preguntó qué haría si ahora saliera uno a mi encuentro. Entonces recuerdo que soy invisible y no me podría hacer nada que me importara.

Una voz dentro de mí me llama mentirosa. Las lágrimas empiezan una a una a dibujar toboganes por mi mejilla. Así, mientras rompo con mis pasos el silencio de las calles y reconozco como mío un trozo de mi corazón empiezo a temer al león.

Al mismo tiempo que me doy cuenta de que la vida aún tiene cosas para quitarme, también alcanzo la certeza de que existen aquellas por las que vivir.

Entonces me invade el sueño, empiezo a pensar en el protagonista de mi próxima novela…

El rincón de la mujer emprendedora

jueves, 18 de junio de 2015

Cuántas cosas perdemos, por miedo a perder

A veces, el temor nos invade y nos sumerge en su atmósfera. Y así, atrapados por él, todo a nuestro alrededor se ve diferente, se nubla. Como si tuviéramos unas gafas empañadas puestas y nuestra visión se manchara por pequeñas o grandes motas.


Son las manchas del miedo, las manchas de las suposiciones, de nuestros “y si…”, “quizás…” o nuestros deberías… colocándose a menudo como obstáculos en nuestro camino.

¿Cuántas veces no hemos avanzado por ello?…¿Cuántas cosas hemos perdido por miedo a perder?

Y es que ocurre que a veces, el pañuelo que utilizamos para limpiarnos esas motas, en lugar de quitarlas, nos ensucia cada vez más. Pues la solución, estrategia o alternativa que hemos elegido, en lugar de apaciguar nuestro miedo, lo alimenta y lo hace más fuerte.

Como cuando le dices a alguien que está enfurecido que se calme, aumentando su ira por momentos o cuando nos decimos a nosotros mismos que no pensemos en lo que nos hicieron o en la situación que nos preocupa, y acabamos aumentando más nuestro grado de preocupación.

Estas motas que aparecen nos hacen parecer miopes ante las circunstancias que nos suceden y andamos entre la neblina, dando tumbos, a medio camino entre la confusión y la incertidumbre.

Otras veces, parece que echamos un pulso contra el miedo… luchamos y luchamos contra él, de mil y una manera diferentes pero que casi todas nos llevan a la derrota y al desgaste, porque al miedo más que golpearlo, es necesario comprenderlo y aceptarlo, para descubrir que nos está sucediendo.

El miedo hay que sentirlo para saber que nos dice, pero sin extremos.

Y en ocasiones, es el propio miedo al miedo el que nos atrapa y nos quedamos con las manchas de las expectativas y las suposiciones; imaginándonos un futuro incierto pero tan vivo para nosotros en esos momentos, que da miedo… y es cuando empezamos a perder cosas, personas o vivencias por miedo a perderlas…

Por miedo a perder, has podido cambiar tus elecciones. Por miedo a perder, has podido quedarte donde estás y conformarte; por miedo a perder, en lugar de arriesgarte, te has quedado en la seguridad de lo conocido… por miedo a perder, has optado por el silencio en lugar de las palabras; por miedo a perder, has hecho tantas cosas para no perder a algo o a alguien, que en ocasiones, han sido justo las condiciones que lo han provocado o que incluso, te han hecho perder tus objetivos…

Nunca dejes de

hacer nada

por miedo a perder

Ten en cuenta que el miedo surge ante lo desconocido, ante la creencia de que no podemos controlar algo, a alguien o a nosotros mismos.

El miedo nos hace perder

y el perder nos da miedo

El miedo, nuestro temor, tan solo es una señal que nos indica que algo está sucediendo dentro de nosotros, pero no hay que dejarse doblegar por ello.

El miedo es una proyección del futuro, es el poder de nuestra imaginación en marcha, anticipándonos a las situaciones y a nuestras vivencias, seguramente porque una vez no ocurrió como esperábamos.

El miedo a perder está ubicado en un futuro que no existe y que tan solo le damos fuerza desde nuestra mente, imposibilitando la consecución de nuestros sueños y perdiendo las infinitas posibilidades.

El miedo a perder conlleva una vida llena de pérdidas, de todas esas que no intentamos, perdiéndonos la vida misma, pues ésta solo ocurre en el presente, siendo el futuro un misterio.

Vivir en el miedo es no permitirse vivir, desaprender la posibilidad de vivir desconectando de lo que ocurre aquí y ahora.

Por lo tanto, ¡lánzate a vivir!

No te aseguro que no tengas perdidas, eso es imposible, pero habrás aprendido a vivir aun a pesar de ellas, a luchar por lo que quieres y lo más importante, a no traicionarte a ti mismo.

De lo contrario, ¿cuánto estás dispuesto a seguir perdiendo?

El rincón de la mujer emprendedora

martes, 16 de junio de 2015

Me alejo de tí... No me convienes

Me alejo de ti porque no le convienes a mi mente ni a mi corazón, porque dañas mi alma y eso… no me gusta. Te dejo partir y te deseo lo mejor, porque no quiero guardar feos rencores; no quiero que mi voluntad se inunde de sentimientos que solamente me dañan a mí.



Creía que eras un amigo, un buen vecino, un buen amor o un buen compañero de trabajo… pero al final mandó el tiempo, el que nos va marcando el día a día y he ido sintiendo como solo aportabas negatividad a mi vida y yo… yo me aprecio, me estimo, me quiero y porque dicen que “la caridad bien entendida empieza por uno mismo” no quiero, ni debo, ni puedo “seguir bailándote el agua” como un joven lazarillo que sigue a su despótico amo…

Porque a estas alturas he entendido que no me importa lo que piensen de mí, porque solo me importa sentirme bien conmigo mismo sin dañar a nadie… así es que me alejo “cantando bajito”… son discusiones, sin peleas, sin malos entendidos…

Pero sigue tú tu camino que yo seguiré el mío. Senderos que se bifurcan

Siempre te respetaré, porque el respeto forma parte de la manera en que entiendo la vida. De nada me sirve y nada me aporta mirarte con malos sentimientos. No quiero eso para mí, porque eso solo ensucia y endurece mi alma…

Por eso y porque no me gustan las guerras ni las armas ni los combates en el que siempre sale alguno herido, me voy en son de paz. Así me siento más feliz, siento que mi alma está limpia y sin rencores

Solo quiero rodearme de aquello que me aporta felicidad.

No quiero hacer nada por “compromiso”, a partir de ahora el compromiso lo tengo conmigo mismo… ¡el compromiso de ser feliz!

¿Cómo reconocer que estás ante una persona tóxica?

1. Te sientes incómodo porque…

2. Hacen comentarios hirientes sobre los demás o sobre ti con frecuencia.

3. Quieren quedar siempre por encima de los demás

4. Les gusta ridiculizar o menospreciar a los más débiles

5. No saben animar a los demás ni escuchar, sólo sus problemas importan

6. No se alegran de las cosas buenas que les suceden al resto

7. Hay distintos tipos: derrotistas, melancólicos, deprimentes, negativos, cínicos, chismosos, catastrofistas, envidiosos, autoritarios, culpabilizadores, egoístas, o incluso pueden tener un buen número de estos rasgos.


9. Siempre tienen que ser los protagonistas de todas las conversaciones

10. No suelen guardar secretos o rompen sus promesas.

¿Cómo lidiar con personas tóxicas?

1. Apoya la seguridad en ti sobre la idea de que solamente pueden hacerte daño si tu lo permites.

2. Mantén las distancias o incluso rompe la relación con ellos.

3. No te dejes llevar por su negatividad; si vas de viaje igual te hablan de lo que te puede pasar, si vas a emprender un nuevo trabajo te dirán que estás haciendo lo equivocado… y siempre siguen así su espiral.

4. Conoce a personas nuevas que te hagan creer otra vez en el ser humano, sé positivo en este sentido.

5. Evita las discusiones y los rencores no te llevan más que a un malestar interior.

6. No dejes que invadan tus pensamientos, hazte consciente de que está ocupando demasiado tu mente con esa persona, dí ¡basta! Deja que se marchen de tu interior sin ruidos ni estridencias.

7. No le des demasiada importancia y usa el sentido del humor, sin duda es un buen aliado.

8. Aprende poco a poco que a lo largo de la vida te vas a encontrar muchas personas de este tipo: en el trabajo, en la familia, entre el grupo de amigos… No te dejes arrastrar por ellos.

El rincón de la mujer emprendedora

lunes, 15 de junio de 2015

El reto de volver a empezar

A lo largo de nuestra vida nos encontramos en situaciones o momentos que nos obligan a cuestionar el camino que seguimos. A veces solo nos queda una opción: volver a empezar.

Puede ser que una relación de mucho tiempo haya terminado, que tus hijos hayan crecido y no estén todo el tiempo contigo o que simplemente tienes que reencontrar tu camino en la vida.


Es entonces cuando llegan las dudas: ¿qué debo hacer? ¿cómo empiezo de nuevo? ¿cuáles son los pasos a seguir?

Aunque la respuesta a estos interrogantes va a depender de tu situación en particular,adoptar un enfoque positivo siempre va a hacer que el viento se ponga a tu favor.

Aunque suene muy fácil decirlo, es probablemente uno de los pasos más complicados ya que no es raro que te topes con momentos y personas que te recuerden que has fracasado e intenten de esta manera sembrar la desilusión en ti.

La negatividad te lastima y evita que vivas realmente. Da igual que fuese el azar, otra persona o tú mismo quien te hizo caer la vez anterior, es el momento de avanzar y no quedarnos parados.

Lo contrario destruirá aspectos positivos de tu vida que han sobrevivido al fallo anterior. Las pérdidas por un error siempre pueden ser más grandes de lo que son en la actualidad. Así, otro de tus primeros pasos debe ser intentar que este daño sea del menor grado posible.

Otro de tus primeros pasos tiene que ser esforzarte por reunir apoyos. Aunque muchas personas te estén esperando para pasarte factura por haberte caído una, dos, tres… x veces seguro que hay otras que estarán encantadas de brindarte su apoyo de nuevo, que no van a abandonar al igual que no lo has hecho tú.

No dejes que la desconfianza que siembran las personas que te han retirado su apoyo te impida ayudarte de las personas que siguen dispuestas a ofrecértelo. Recuerda que solo se llega pocos sitios y si se llega suele ser más tarde y con peor camino.

Encuentra un propósito y deja ir lo que no te sirva

Aunque no lo creas en el momento, todos tenemos un propósito en la vida. Encontrar el tuyo es uno de los pasos más importantes para volver a empezar.

Deja de pensar en lo que ya no tienes y busca algo nuevo que te apasione, con lo que te sientas satisfecho y que disfrutes. Levanta el ancla y no intentes avanzar tirando de ella.

Puede que en los primeros días pienses que no hay nada más para ti en la vida y está bien, es parte del proceso. Lo que no debes permitirte es permanecer en esa posición por mucho tiempo, al justa para el duelo.

Para tener un vida pacífica y feliz a veces tendrás que enfrentar ciertas características propias de tu personalidad. Por ejemplo, si eres una persona que guarda rencor deberías aprender a disminuir esa característica o tú mismo llegarás a ser una traba infranqueable. Recuerda que vuelves a empezar y algunos cambios necesarios los vas a tener que realizar en ti.

Utiliza un espejo que te diga la verdad. No uno que sea complaciente y te diga lo que quieres oír.

Busca nuevas emociones y sorpresas

Una de las mejores formas de coger impulso para empezar es hacer pequeñas cosas nuevas y tener la sensación de que estas salen bien y te acercan, al mismo tiempo, al objetivo que pretendes.

Si quieres obtener resultados distintos no hagas las cosas de la misma manera

Sé que es el camino fácil, quizá en el que te sientes seguro pero no olvides que también es el que te ha hundido. A veces no es suficiente con unos pequeños reajustes y el cambio tiene que ser radical.
No pongas tiritas allí donde tienes que operar

Si no lo haces ahora, lo tendrás que hacer más tarde y la operación será aún más radical y con una recuperación peor. No permitas que la pereza te venza ni que el miedo a arriesgar, potenciado por el fallo anterior, haga que te tiemble la mano a la hora de afrontar cambios que interiormente entiendes como necesarios.

No te sientes solo a esperar a ver qué pasa o qué sorpresas te depara la vida, busca esas nuevas oportunidades e imponte nuevas metas. Procura cumplir cada día un objetivo, utiliza un pequeño cuadernito en el que al principio del día apuntes donde quieres haber llegado al final.

Un objetivo grande, que necesite mucho esfuerzo y dedicación, no es lo mejor para estos momentos

Necesitas motivación, volver a recuperar la sensación de control, sentir que la corriente se ha puesto de nuevo a tu favor antes de lanzarte al mar abierto. Así, establece pequeños objetivos por los que puedas obtener la recompensa de de haberlos realizado en un corto espacio de tiempo.

El rincón de la mujer emprendedora

sábado, 13 de junio de 2015

Me encantan las personas que dejan huella, no cicatrices

Hay personas que entran en tu vida y lo cambian todo, personas por las que vale la pena parar, respirar y valorar. Valorar lo que realmente importa. Los detalles, las pequeñas cosas, cosas como el agua del mar, las nubes, una mirada de esas que lo dicen todo, unos ojos como los suyos, el modo en el que sonríen, un abrazo infinito mezclado de sal, sus manos, despertar a su lado…



Hay personas que están hechas de acero inolvidable, personas que hacen que todo tenga sentido, incluso lo que no importaba hasta que las conocimos. Son personas auténticas que marcan un antes y un después en nuestra vida, que llegan como un soplo de aire fresco y que, si se van, permanecen como huella indeleble en nuestros recuerdos.

Hay una gran diferencia entre dejar huella o dejar cicatrices

Hay una diferencia enorme entre dejar huella o dejar cicatrices. Las cicatrices son señales de daño, de dolor, de heridas abiertas, de emociones que necesitamos limpiar y tratar. Las cicatrices son marcas que no elegimos tener y que nos recuerdan un dolor que se podía haber evitado.

Sin embargo, las huellas son marcas imborrables en la piel y en la memoria que nos hacen rememorar momentos de amor, de aprendizaje y de crecimiento.

Por lo tanto, no importa tanto la cantidad como la calidad de la gente que nos rodea. Si alguien nos hiere de manera sistemática, deberíamos plantearnos limpiar nuestro entorno, enfocar mejor y dejar que permanezcan relaciones que resulten en aportes y crecimientos mutuos.

Son personas que te abrazan y reconstruyen tu interior

“La manera de dar vale más que lo que se da.”

Los pequeños detalles otorgan significado al sentido de la vida, lo cambian todo, hacen de lo diario lo importante. Así, no se hace tan necesario lo que nos dan como la forma de darlo.

Digamos que, si te abrazan, logran recomponer tus partes rotas, te enseñan a vivir y a revivir tu interior. Las personas especiales no esperan a que las cosas sucedan, hacen lo que desean y persigue lo que quieren hasta que lo consiguen.
No se trata de dar pasos, sino de dejar huella

Cada persona que pasa por nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada
Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges

Hay personas que dejan una huella imborrable en tu corazón, porque ha habido un tiempo que has seguido un mismo camino con ellos. Y, aunque ya no estén contigo, nunca podrás olvidarlos.

No se esfuerzan por dejar esa marca, sino que aparece sin que te des cuenta. Son esas personas que te ofrecen otra visión de tu mundo, que te ayudan a cuestionarte tu pasado, tu presente y tu futuro.
Existen personas que nos dejan huella y otras que nos marcan para toda la vida

“La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo. Pero, ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se vive demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha.”

Elizabeth Gilbert

Por eso, un alma gemela es una especie de salvavidas. Llegan por casualidad, o tal vez de manera intencionada, y te cambian para siempre. Te abren los ojos, te hacen ver lo que duele, lo que puede llegar a doler y lo que tiene un significado maravilloso.

Sin embargo, con ellos al lado, nada duele tanto. Porque las personas que dejan huella no ocasionan daños permanentes, no se dedican a marcarte porque sí. Y, aunque pongan tu vida patas arriba y eso te incomode, si pones en tu diccionario la palabra Suerte, aparecerán ellos.

El rincón de la mujer emprendedora

viernes, 12 de junio de 2015

Nuestro semáforo está en luz roja

“Cuanto más tranquilo se vuelve un hombre, mayor es su éxito, sus influencias, su poder. La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría”

¿Te imaginas la vida sin semáforos? Es decir, sin nada que te detenga, que te diga cuando puedes avanzar, cuando esperar y cuando quedarte quieto. Esas luces de tres colores que están en las esquinas de las grandes ciudades y suelen usarse para manejar el tránsito, también se encuentran en nuestro día a día.


Es que el simple hecho de encontrarnos con algo que nos detiene, no nos permite seguir adelante. ¿Cómo? Claro, porque en ese caso, las barreras son autoimpuestas. Y nada ni nadie debería decirnos cuando podemos hacer realidad nuestros sueños. Apostar por ellos.

Cuántos más semáforos hay, más problemas de circulación padecemos. ¿Por qué? Porque el ser humano no ha nacido para ser un esclavo de la luz roja, amarilla y verde, como así tampoco de alguien “superior” que nos esté supervisando todo el tiempo.

En ciertos pueblos se han hecho estudios quitando además de los semáforos, las señales de tránsito y hasta las comisarías. ¿El resultado? Menos accidentes, menos embotellamientos y menos delitos.

¿Si probáramos un día “vivir sin semáforos”?

Ser libres de decisión, sin molestar al otro, contar con nuestra decisión por sobre cualquier cosa, evitar cumplir aquellas reglas que nos han impuesto desde hace tiempo y que no nos hacen felices…

El problema de que haya una luz roja en el semáforo es que luego, al cambiar a verde, todos quieren salir corriendo porque ya tienen “el permiso”. Es como cuando llegan las vacaciones de verano y millones de personas se agolpan en la carretera, se pisan en la playa, hacen fila en un restaurante (nada más alejado de la realidad que la idea de que se viaja para descansar).

No seamos aves enjauladas, no esperemos a que la luz esté en verde para hacer lo que queramos, todos tenemos derecho a ser felices cuando así lo deseamos. Rompe las reglas de vez en cuando, no seas como todos los demás, no te conformes con avanzar sólo cuando te lo indiquen. No estamos diciendo que a partir de ahora tienes que ir por la vida haciendo “lo que se te de la gana”, pero tampoco vayas al otro extremo y sólo actúes cuando alguien te lo indica.

¿Qué pasaría si quitaran todos los semáforos del mundo? ¿Crees que habría únicamente caos, accidentes, gritos y bocinazos?

Todo lo contrario, la gente aprendería a respetar su lugar y su momento, habría más solidaridad y menos problemas. 

¿No te ha ocurrido alguna vez que al intentar cruzar (ya sea andando, en bicicleta, en coche o en autobús) una calle sin señalización y tardar menos tiempo que si hubiera habido un semáforo?

Las personas no sabemos actuar cuando nos dicen que hacer, tampoco podemos ir todos al mismo ritmo. Entonces, lo mejor es que no haya una luz (o tres) que nos digan cuando avanzar y cuando detenernos. Llevemos esta teoría al plano personal.

Si en este momento quisieras estar en “stand by” y no pensar en tus proyectos, ¿por qué tendría que venir alguien a darte luz verde cuando quieres estar en amarillo o rojo? Y lo contrario si estás con toda la voluntad del mundo para avanzar y cumplir tus metas, ¿Quién puede indicarte que te detengas, dejes pasar a todos los demás y luego sigas adelante?

Lo mejor de todo, es que si no nos preocupamos por las señales de tránsito (o de vida), podremos enfocarnos en otras cosas más interesantes y valederas.

Así como no hace falta irse a vivir al campo o a un pueblo que ha quitado los semáforos para transitar mejor por la calles, tampoco deberíamos hacerlo para avanzar en nuestros proyectos o evitar que alguien nos indique cuando avanzar o cuando detenernos.

El rincón de la mujer emprendedora

jueves, 11 de junio de 2015

No permitas que alguien te arrastre hacia su tormenta

-Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?

-A quien intentó entregarlo- respondió uno de los alumnos.

-Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos -dijo el maestro-. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.


No permitas que te conviertan en un monstruo. No dejes que la gente te arrastre y apague tu luz, no permitas que te provoquen y, por supuesto, nunca consientas que penetren en ti sus demonios.

No existen ofensas, sino los ofendidos

“Sufrir una ofensa no es nada, a no ser que nos empeñemos en recordarla” 

Cada persona da a los demás lo que posee dentro, sea o no agradable. Sin embargo, no son los demás los que nos dañan, sino que somos nosotros los que damos validez a sus opiniones y a sus acciones.

Nadie puede hacerte daño sin el consentimiento de tu Yo interno, lugar en el que está el pilar que sostiene tu arquitectura emocional. Dicen que el mejor desprecio es no hacer aprecio, que la indiferencia es el mejor castigo y la mejor arma para luchar contra los ataques, sean gratuitos o no.

Que el viento se lleve las palabras…

Tu peor enemigo no es quien te hizo daño, eres tú quien replica ese mal miles de veces

Simplemente, podemos dejar que las palabras se las lleve el viento o que permanezcan con nosotros. Es decir, para que las palabras te hagan daño les debes de dar sentido. Ese simple acto es un reflejo de tu estado interno, de tu ser. Piensa que tienes la libertad emocional en una mano y la esclavitud en otra, es obvio cuál te satisface más.

¿Por qué no responder a una provocación?

“Cualquiera puede ponerse furioso…eso es fácil. Pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… eso no es fácil.”

Descontrolarnos y hacer uso de nuestra ira no nos lleva a ningún buen lugar, ya que solo consigue echar más leña al fuego y hacer que ardamos. La honestidad con uno mismo, la templanza y la autoconfianza son herramientas indispensables que se aprenden por ensayo y error.

Así, si dejamos que lo negativo acceda a nuestro interior, nunca nos sentiremos plenos ni libres. En definitiva, la única diferencia entre tener un día bueno o un día malo es la actitud con la que asumimos la situación.

En ocasiones, las personas nos cargamos de dolor, de envidia y de rabia. Son males que fácilmente se convierten en parásitos, viviendo en nuestra casa a nuestra costa.

Lo rápido y lo sencillo es optar por el camino que nos marquen las tormentas que los demás llevan sobre su cabeza, haciéndonos perecer. Sin embargo, lo complicado y lo lento es mucho más duradero y satisfactorio.
A palabras necias, oídos sordos

La mejor defensa es siempre un buen ataque en el punto en el que más duele. Por eso, no accedas a las provocaciones, pues les estarás dando el gusto a quienes intentan molestarte, a quienes te envidian o te acosan. Ignorar es responder con inteligencia.

No hay que hacer caso a la gente que habla sin conocimiento o que pretende hacernos daño con sus palabras y sus actos. 

Recuerda:

Mereces que te amen, no que te lastimen. Mereces respeto, cualquier persona lo merece. Puedes permitirte perder todo en la vida, menos la dignidad. Eso es lo que realmente te hace daño, no lo permitas nunca. Si sientes que ya la perdiste, recuerda que nunca es tarde para recuperarla. Y nunca te olvides… ¡Quien no te valora, no te merece! 

El rincón de la mujer emprendedora


miércoles, 10 de junio de 2015

Se buscan 8 Enfermeras para Trabajar en Kalmar, Suecia

REQUISITOS:

*Nacionalidad Española u otra Europea
*Certificado de Enfermería General.
*Vivir en Madrid
*Disponibilidad para realizar curso de sueco


MÉRITOS:
*Experiencia
*Otros cursos relacionados con la carrera

OFERTA DE EMPLEO:
*Contrato directo y permanente con el hospital público en Suecia
*2500€/Mensual aprox.
*5 Semanas de vacaciones
*Ayuda y asistencia para mudanza e integración
*Viaje a Suecia

GARANTIAS LEGALES DEL TRABAJADOR EN SUECIA:
*Uniforme y ropa de trabajo
*40hrs de trabajo
*80% de salario en caso de enfermarse
*Seguro de trabajador
*1,5 años libre para estar con hijos recién nacidos
*Bono para la salud

Los candidatos que cumplan con los requisitos asistirán a una conferencia en Madrid donde se les presentara el personal de Recursos Humanos de los hospitales públicos en Suecia y se les brindara información y detalles sobre el puesto de empleo al igual que el procedimiento de reclutamiento.

Para más información visita

Tod@s l@s interesad@s debéis enviar vuestro CV a: toscano@skandinaviskvardrekrytering.se con el asunto 5EGM3072015

El rincón de la mujer emprendedora

lunes, 8 de junio de 2015

Merezco a alguien que me quiera

“La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo. Pero, ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se vive demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha.”


Me merezco a alguien que me quiera, no a alguien me cuente lo que quiera.

No merezco ser abandonada ni estar desatendida. Exijo tener a alguien que me abrace cada día, que me dé calor, que me cuente sus cosas y que piense en alto cuando está conmigo.

No pido a nadie perfecto, yo misma estoy llena de defectos. Lo que quiero es aceptar esos defectos, darles la vuelta, mejorar y, si es necesario, cambiar.

De la misma forma, quiero a alguien que se quiera, que no se sienta sucio ni estúpido ni incompetente. Es muy importante para mí que esa persona se crea que tiene las de ganar en la vida, que puede luchar y que es fuerte.
No quiero a la persona más bonita del mundo, quiero a la persona que más bonito haga mi mundo

Quiero tener en mi interior a la persona por la que cada día sea un nuevo comienzo, a la que pueda contemplar en el espejo y sonreír, una persona que no tenga complejos, que me quiera y que se quiera.

Exijo tener una de esas relaciones repletas de detalles, de romanticismo y de acaramelamiento. Quiero y exijo que el mundo deje de existir cuando nos metamos en nuestra burbuja, mientras sentimos en la piel la brisa de un mar imaginario sin miedo a que nos atrapen las olas.

Me merezco un amor de película

“En la vida, todo es amor. Si uno ama está vivo, si crea amor, las cosas buenas forzosamente llegan”.

Merezco un amor de película que dure toda la vida y que si tiene que cambiar que cambie, pero que permanezca a mi lado porque yo lo valgo. Es que no lo puedo evitar,quiero uno de esos amores eternos que nunca se rompen y que permanecen unidos más allá de la muerte.

Me gustaría que la gente se nos quede mirando y piense “¡Cuánto se quieren! ¡Ojalá tuviera yo un amor así!”. En realidad quiero que mi amor y yo sirvamos de ejemplo y que todo el mundo encuentre a su acompañante ideal en la vida.

No quiero que me digan “te quiero”, exijo que me lo demuestren

“La manera de dar vale más que lo que se da.”

Quiero a alguien que no me descuide, que me atienda a todas horas y que no deje de pensar en mí. Sobre todo, no quiero que haya nadie en quien ponga más atención que la que pone en nosotros.

Quiero a alguien que piense en mí tanto como yo en él y que busque siempre una manera mejor de hacerme feliz, que me conozca profundamente, que sepa lo que me gusta y lo que no, que se quede hipnotizado cuando le hablo, que adore mis gestos, mis manías y mis defectos.

Además, necesito que sepa hablar conmigo, decirme NO aunque me duela, que me permita dejar ir lo que me duele, que trabaje conmigo mi autoestima, que cierre mis heridas emocionales y que me defina como persona.

Hoy me he levantado con unas ganas inmensas de mirar la realidad

La felicidad debe ser compartida, tiene alma gemela. Lord Byron

Me he preocupado por ti y te he buscado pero va pasando el tiempo y no apareces. No quiero a alguien que desaparece y que, cuando está, solo es en forma de destellos. Definitivamente, no me merezco que juegues al escondite ni que te vayas. Quiero que permanezcas siempre dentro de mí.

Ahora.., deja de ponerte excusas y piensa que esa persona que anhelas tener eres tú mismo… ¿No mereces quererte? El amor que te mereces es el amor propio.

El rincón de la mujer emprendedora

sábado, 6 de junio de 2015

El miedo a ser independiente

Complejo de Cenicienta

"La existencia no admite representantes"

Hay personas que tienen miedo a ser independientes y que desean, inconscientemente, ser atendidas, cuidadas y mimadas por otras personas.


Descrito por primera vez por Colette Dowling, el complejo de Cenicienta se basa en la idea de la feminidad que retrata este cuento. Cenicienta es una mujer hermosa, elegante, educada y trabajadora que es criticada y explotada por sus hermanas y su madrasta.

Sin embargo, Cenicienta, no es capaz de cambiar su situación por sus propios medios, por lo que tiene que ser ayudada por una fuerza exterior, en este caso el Príncipe.

Es probable que estés pensando que este guión se repite en la mayor parte de los cuentos de hadas clásicos y en los de Disney en particular. Lo cierto es que, tristemente, esto es así.

Aunque hemos superado muchos de los tabúes de antaño, aún se conserva en la mente colectiva un resquicio de ese complejo de inferioridad que nos hace esperar al “príncipe azul”, a alguien que nos cuide, nos proteja y nos haga sentir seguridad.

Como consecuencia, crecemos adoctrinados por una educación que aprueba el sometimiento y la dependencia de las mujeres hasta tal punto que coartan su autonomía y su capacidad de sentirse personas válidas.

Así, parece que vivimos en un mundo lleno de peligros de los que tenemos que ser protegidos y salvaguardados, lo que fomenta que haya personas que se bloqueen y vivan esperando que algo o alguien les dé un meneo a su vida.

El anhelo del rescate

Es frecuente que fantaseemos con el rescate o, dicho de otra forma, con la salvación.Pero, eso sí, si la liberación viene a galope y tiene sangre azul, mucho mejor.

Desde la más tierna infancia nos hemos creado la odiosa expectativa de que todo cambio proviene de fuera y que es difícil que logremos hacer algo diferente por nosotros mismos.

De todas formas, el complejo de Cenicienta no se encuentra en exclusiva entre las mujeres, pues, como todos sabemos, también está muy presente en hombres.

Me da lo mismo que el complejo de Cenicienta ponga como excusa una feminidad insustancial de “muñecas de porcelana”. Hay muchos hombres que esperan que alguien les rescate, que saquen sus castañas del fuego y que hagan algo por ellos y su bienestar.

Al fin y al cabo, da igual el género del que hablemos, lo verdaderamente importante es que las personas con miedo a la independencia abundan y que nadie nos muestra herramientas para hacer frente a esto.

Un ser independiente no nace, se hace

Aprendí que el valor no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que conquista ese miedo. 

Lo cierto es que tendemos, con frecuencia y demasiado rápido, a perder nuestra identidad. Generalmente, somos personas independientes, con objetivos y con aficiones hasta que empezamos una relación.

Cuando comenzamos un nuevo idilio solemos dejar de lado lo que nos definía y empezamos a ver el mundo desde un prisma conjunto, lo cual merma nuestra individualidad.

Esto nos suele suceder con mayor frecuencia a las mujeres, dejamos de ser fieles a nosotras mismas y nos olvidamos de volar.

Ser independientes es lo ideal, pues te deja tomar tus propias decisiones y plantearte tus propios objetivos. Tenemos que tener siempre muy presente que la necesidad de estar dentro de la jaula la creamos nosotros mismos, al igual que la sensación de libertad emocional.

Entonces, ¿de quién depende tu felicidad y tu destino? La responsabilidad es tuya. Cada mañana, cuando abras los ojos, piensa si lo que quieres es vivir tu día con la tristeza a modo de gorro invernal o, por el contrario, prefieres refrescar tus emociones y hacerlas propias.

La clave está en dejar de compararnos, en crecer por y para nosotros y en creer en lo que nos hace sentir. Los límites emocionales que establezcas en tu vida dependen de ti en exclusiva.

El rincón de la mujer emprendedora

miércoles, 3 de junio de 2015

Dame un motivo y levantaré mi vida

" Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada."


Todos hemos pasado momentos en los que hemos sentido que la vida se cargaba a nuestras espaldas, volviéndose, al mismo tiempo, terriblemente pesada.

Además, seguramente, este mismo fenómeno lo hemos podido observar también en los demás. Lo hemos visto en sus caras, en sus gestos, en sus manos, en su orgullo, en un halo de sufrimiento que emanaba de su alma. 

En estos momentos, también hemos visto cómo muchas personas se caían y se dejaban vencer; y cómo otras, por el contrario, encontraban un pretexto en el que apoyarse.

Porque hay personas que encuentran en su interior un punto de apoyo y, triunfantes, lo sacan a la luz con la sonrisa iluminada de un jugador experto, un jugador que sabe guardarse la mejor carta para, definitivamente, poner la balanza de su lado. Y, aunque minutos antes todos le dieran por perdedor, lo consiguen.

Estas personas no son especialmente fuertes, tampoco son de las que se guardan sus sentimientos ni de las que esconden el dolor. Estas personas son las que tienen uno o varios motivos sinceros por los que amar a la vida.

Los motivos de estas personas responden solo a razones o a voluntades que exponen en el juicio final con la pureza de aquel que sabe resumir la vida en pocas palabras. Razones que les mueven a pelear por la vida de maner sincera cuando se encuentran colgadas del abismo y los dedos duelen de manera insoportable.

Estas personas susurran un grito de esperanza que desgarra a su tentación, a un diablo escondido que clama por el abandono y a la paz engañosa de permitir la derrota.

En esos momentos, estas personas sienten, al igual que tú y que yo, que lo más fácil es cerrar los ojos y dejarse caer. Y, entonces, ellos también tienen ganas de abandonarse con la esperanza de que al final del desfiladero se encuentre un colchón de agua en el que refugiarse hasta que vuelvan las fuerzas.

Encontrar este punto de apoyo es, para muchos, una tarea dificultosa. Imaginemos a una madre soltera que tiene dos hijos, que se acaba de quedar en paro y que no encuentra trabajo.

Seguramente, al principio, buscará trabajo con ilusión, una ilusión que aún no ha sido erosionada por el paso del tiempo. Sin embargo, si no lo encuentra, esta ilusión se terminará y se preguntará: ¿por qué seguir peleando todos los días si vuelvo a la cama con el mismo resultado que el que tenía cuando me levanté?

Probablemente, entonces, aparecerán en su mente sus hijos, aparecerá ese amor que supera los límites mentales ante los que, de otra forma, habría sucumbido. Sentirá que no hay otra salida, que no hay otro camino y que nunca podrá rendirse cuando de ella dependen los seres más valiosos que tiene en el mundo.

Además, curiosamente, en estas situaciones aparece una extraña forma de pensar llamada “la falacia del jugador”. ¿En qué consiste esta falsa creencia?

La persona que actúa bajo los efectos de este tipo de razonamiento piensa, al igual que un jugador de cartas, que el hecho de que haya experimentado ya muchas situaciones de mala fortuna seguidas hace más probable que la siguiente vez el azar se ponga de su lado. Es precisamente este fallo en la estimación de la probabilidad lo que mantiene la esperanza y sostiene la lucha.

En otras ocasiones hemos construido este punto de apoyo a fuerza de sacrificios. Esto ocurre en esos momentos en los que pensamos que todo lo que hemos invertido para llegar a ese punto y todo lo que hemos construido se convierte precisamente en la razón que no nos permite abandonar.

En esos casos asumimos que hace tiempo que tomamos la decisión de no plantearnos otra opción, por muy mal que se pusieran las cosas y peligroso fuera el camino.

En este sentido, pensamos que ya evaluamos en su día el riesgo del sendero que elegimos y que fue entonces cuando decidimos aceptarlo como el destino de nuestro principio, ya fuese el de nuestra mejor victoria o del más desastroso de nuestros fracasos.

Sea de una forma u otra, estos apoyos invisibles, desgarradores y sinceros son los que sujetan los corazones atacados por el frío, aún cuando este parece calar hasta los huesos.

El rincón de la mujer emprendedora