lunes, 4 de agosto de 2014

¿Interviene el destino en el éxito de un emprendedor?

Es una idea muy extendida entre los no emprendedores. Se cree que existe un ente divino que juega a favor de algunos pocos predestinados, y a otros, los desdichados, los deja sin nada. ¿Qué tanto juega el destino en la formación de un emprendedor? ¿Alguna vez te surgió esta interrogante? Quién iba a pensar que la ley de los astros también podría aplicarse al mundo empresarial. Veamos a continuación que hay de cierto tras todas estas versiones.


1. “LOS EMPRENDEDORES NACEN, NO SE HACEN”

Hace muchos siglos, los antiguos romanos tenían la firme convicción que los esclavos nacían para serlo. Poco importaba que muchos de ellos hubieron sido convertidos de hombres libres a esclavos tras una cruenta guerra, o que alguien hubiera caído en una grave crisis financiera, igual, los romanos creían eso y nada los hacía cambiar de opinión. Pasaron los siglos, y con el advenimiento de la navegación por los grandes océanos, esta idea volvió a cobrar vigor. Ya no eran los esclavos de Europa los que padecían bajo este terrible sino, ahora provenían de otros continentes. ¿Un destino muy caprichoso, no es cierto?

Hemos llegado al siglo XXI, y aunque parezca increíble, el mismo pensamiento que dominaba a los romanos pervive entre los hombres de hoy. ¿Cómo así? ¿Acaso la esclavitud no ha sido abolida? La esclavitud sí, pero no el origen de tan fatal idea. Aún en la actualidad, muchos creen que los emprendedores nacen, que existen ciertas condiciones innatas que les permiten estar por encima de los riesgos, mantener un liderazgo sólido sobre un grupo de gente, y un talento especial para las negociaciones.

Nuevos esclavos han nacido. Lo constituyen todos aquellos que no fueron bendecidos por la naturaleza, que tienen temor a lo que les depara el futuro, que tienen miedo de hablar en público, que tienen pánico de tomar iniciativa, etc. Vamos, ¿sinceramente todavía sigue creyendo en todas esas patrañas?

Lo cierto es que los emprendedores sólo necesitan de tres condiciones innatas para serlo, el resto depende de su propio esfuerzo para crecer como tal. ¿Cuáles son esas condiciones innatas? Una buena salud, inteligencia y disposición para el trabajo. ¿Acaso no poseemos esas cualidades la mayoría de nosotros? Por supuesto. Entonces, ¿qué nos diferencia? ¿Qué hace que algunos sigan anclados a un trabajo que detestan mientras que otros hacen realidad sus más grandes sueños empresariales?

El destino no entra en juego aquí. La cualidad del aprendizaje continuo de un emprendedor lo es todo. La persona que está abierta a seguir aprendiendo (en todos los aspectos de la vida) tiene madera para ser emprendedora. Aprender y aplicar, es esa la única receta existente para ingresar al mundo empresarial. Lo demás es pura charlatanería.

2. “TODO LO QUE SE NECESITA ES SUERTE”

Lo que algunos conocen como suerte, es lo que los empresarios llaman oportunidad. No hay nada de suerte tras el éxito. Eso lo dirán algunos despistados que no saben aprovechar las oportunidades que les brinda la vida. Un emprendedor sí sabe cuándo una oportunidad está al alcance de su mano. Un buen empresario logra discernir entre las oportunidades buenas y las malas. Existen ocasiones que una buena oportunidad no lo es tanto para el emprendedor, quizás, por los riesgos inmediatos que le generen.

Suerte hay en las loterías, en los premios que se ganan en los bancos, en las apuestas (hasta cierto punto). El destino lo es todo en esos casos. El éxito empresarial no guarda relación directa con la suerte. De hecho, es probable que nos surjan más problemas que fortunascuando emprendamos un negocio. Así que la próxima vez que alguien le mencione el término “suerte” al lado del término “negocios”, indíquele que busque esa suerte en un tragamonedas, porque en ningún negocio lo encontrará.

3. “LOS EMPRENDEDORES SÓLO SABEN ESPECULAR”

La especulación se ha convertido en sinónimo de suerte para quienes no conocen de inversiones. Un inversionista de capital es un especulador, no un suertudo. Es una concepción muy diferente. Especular requiere estudio. Un estudio para reducir al máximo el riesgo. Igual situación ocurre con los emprendedores. Ellos no especulan en base a criterios abstractos. Analizan la situación en base a experiencias pasadas, casi de la misma forma como un químico experimenta en una probeta. Sólo que aquí no existen tubos de ensayos ni probetas, la experimentación se da en el área de negocios en el que se mueve el emprendedor.

La especulación no es suerte, repetimos, toda vez que el emprendedor intenta mantener el riesgo a cero con cualquier de estas cuatro estrategias:
Prevención: Elabora un plan para eliminar la posibilidad de riesgo.
Transferencia: Moviliza las consecuencias del riesgo a una tercera parte.
Mitigación: Acepta que el riesgo es inminente, pero establece un plan de acciones para que sus consecuencias sean apenas perceptibles.
Aceptación: Las consecuencias del riesgo no pueden ser vadeadas, pero establece un presupuesto de contingencia para reparar los daños creados.

¿Especulación? Para nada. El inversionista aplica la diversificación para eliminar el riesgo. El emprendedor crea y aplica planes para evitar consecuencias fatales para su negocio. ¿Todavía sigues creyendo que el destino te es adverso?

Fuente: “Mitos emprendedores” 

El rincón de la mujer emprendedora

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